Sonetos de Diego Hurtado de Mendoza
Fragmento de la obra
I
La soledad
Amable soledad, muda alegría,
que ni escarmiento ves, ni ofensas lloras,
segunda habitación de las auroras;
de la verdad primera compañía.
Tarde buscada paz del alma mía, 5
que la vana inquietud del mundo ignoras,
donde no la ambición hurta las horas,
y entero nace para el hombre el día.
¡Dichosa tú, que nunca das venganza,
ni del palacio ves, con propio daño, 10
la ofendida verdad de la mudanza,
la sabrosa mentira del engaño,
la dulce enfermedad de la esperanza,
la pesada salud del desengaño!
Giới thiệu về tác giả
Diego Hurtado de Mendoza (1503-1575). España.
Tras muchos viajes, una vida larga y fructífera, murió en Madrid, su ciudad natal. Como otros nobles de su tiempo, don Hurtado de Mendoza fue un verdadero hombre renacentista. Sabía griego, latín, árabe e italiano. Fue diplomático, militar y, sobre todo, poeta.
Entre sus antepasados se cuentan al marqués de Santillana, Íñigo López de Mendoza. Entre sus virtudes, sobresalen su excepcional don de gentes, su arte de la conversación, su carácter franco y abierto y su destreza en las armas.
Tuvo una carrera brillante como diplomático. Fue embajador en Italia y asistió al famoso Concilio de Trento. También fue gobernador en Siena. Diego Hurtado de Mendoza es considerado un gran poeta, lleno de emoción y sencillez, pero grandilocuente en su dominio de la forma.