Toda protesta es absurda, y el individuo que insista en su libertad de acción se convertiría en un excéntrico. No hay escape personal del aparato que ha mecanizado y estandarizado el mundo. Es un aparato racional, que combina la mayor eficiencia con la mayor conveniencia ahorrando tiempo y energía, eliminando lo sobrante, adaptando todos los medios al fin, anticipando consecuencias, prolongando la calculabilidad y la seguridad. Al manipular la máquina, el hombre aprende que la obediencia a las instrucciones es el único camino para obtener los resultados deseados. La prosperidad es idéntica a los ajustes al aparato. No hay espacio para la autonomía. La racionalidad individualista se ha desarrollado en la conformidad eficiente con el continuo ya dado de los medios y los fines.
Inhaltsverzeichnis
Prólogo, por Peter Marcuse / 09
El Marcuse desconocido: nuevos descubrimientos de archivo, por Douglas Kellner / 15
Agradecimientos / 19
Tecnología, guerra y fascismo: Marcuse en los años cuarenta, por Douglas Kellner / 21
Algunas implicaciones sociales de la tecnología moderna / 67
Estado e individuo bajo el nacionalsocialismo / 99
Una historia de la doctrina del cambio social por Herbert Marcuse y Franz Neumann / 129
Teorías del cambio social por Herbert Marcuse y Franz Neumann / 143
La nueva mentalidad alemana / 181
Complemento uno / 219
Complemento dos / 224
Complemento tres / 233
Descripción de tres grandes proyectos / 241
Algunos comentarios sobre Aragon / 251
33 Tesis / 271
Cartas a Horkheimer / 285
Un diálogo de cartas entre Heidegger y Marcuse / 323
Über den Autor
Herbert Marcuse nació en Berlín, Alemania, en 1898. Su familia era judía y tenía una buena posición económica. Interesado por la política desde muy joven, estudió filosofía en las universidades de Berlín y Friburgo, donde conoció a Edmund Husserl y Martin Heidegger, que fue el director de su tesis, con la que se doctoró en 1922. En 1933, ingresó en el Instituto de Investigación Social de la Universidad de Frankfurt (la Escuela de Frankfurt), que fue clausurado ese mismo año por el régimen nazi. Marcuse, junto a otros integrantes de la Escuela de Frankfurt, optó por irse a Estados Unidos, y adoptó la nacionalidad estadounidense en 1940. Fue docente en las universidades de Columbia, Harvard, Boston y San Diego, y gran inspirador del movimiento estudiantil que culminó en el Mayo del 68. Murió en 1979.