La gran sultana doña Catalina de Oviedo es una comedia de Miguel de Cervantes Saavedra, ambientada en Constantinopla hacia 1600.
La obra se inspira en la historia de Catalina de Oviedo, esclava del gran sultán turco Amurates III, quien se enamoró de ella y la liberó para desposarla, permitiéndole conservar sus costumbres y sus creencias cristianas.
Cuatro comedias de Miguel de Cervantes muestran su imagen del mundo islámico:
– La gran sultana doña Catalina de Oviedo,
– El gallardo español,
– Los baños de Argel,
– también trata este tema El amante liberal, que narra una historia sentimental entre cristianos cautivos en Nicosia.
Sobre el autor
Miguel de Cervantes Saavedra (Alcalá de Henares, 1547-Madrid, 1616). España.
Cervantes nació a mediados de 1547, en Alcalá de Henares, como cuarto de los siete hijos del cirujano Rodrigo de Cervantes y Leonor de Cortinas. Después, entre 1551 y 1556, su familia se trasladaría, sucesivamente, a Valladolid, Córdoba, Sevilla y Madrid, donde llevarían siempre una vida modesta y no exenta de dificultades.
No se conocen referencias claras sobre la infancia y juventud de Cervantes, y tampoco sobre su formación. Es probable que estudiara en los colegios jesuitas de Córdoba y Sevilla, pero no en la universidad. Sí consta su contacto, a partir de 1566, con el catedrático de gramática y retórica Juan López de Hoyos, en Madrid, quien probablemente lo inició en el arte de la poesía y en la cultura renacentista y humanista de la época.
Hacia 1569, tras algún lance callejero o de honor en el que debió herir a un tal Antonio de Sigura, Miguel de Cervantes marchó a Roma con la intención, sobre todo, de eludir a la justicia. Allí entró al servicio del cardenal Giulio Acquaviva y, poco después, trabajó como soldado en el tercio de Miguel de Moncada. Los motivos de este cambio de ocupación son, todavía hoy, un enigma.
Los azares bélicos llevaron a Cervantes a la batalla de Lepanto (1571), a bordo de la galera Marquesa, perteneciente a la escuadra mandada por Juan de Austria. En esta batalla fue herido en la mano izquierda, la cual le quedó inútil. Después, tras unos meses de recuperación en Mesina, volvió a participar en las campañas de Bizerta y Túnez. En el prólogo de la segunda parte del Quijote, el mismo Cervantes refiere con orgullo su participación en la batalla de Lepanto, así como su herida y la compensación que obtuvo por su valor.