La primer flor del Carmelo es un auto sacramental, un género teatral religioso muy popular durante el Siglo de Oro en España, escrito por el famoso dramaturgo Pedro Calderón de la Barca. La obra se centra en una interpretación alegórica de la historia de Abigaíl, una figura bíblica que aparece en el Antiguo Testamento, más precisamente en el primer libro de Samuel, capítulo 25.
En la Biblia, Abigaíl es una mujer sabia y hermosa casada con un rico pero desagradable hombre llamado Nabal. Cuando Nabal rechaza brindar hospitalidad a David y sus hombres, Abigaíl intercede para evitar un conflicto violento, llevándoles alimentos y pidiendo perdón en nombre de su esposo. Tras la muerte de Nabal, Abigaíl se convierte en la esposa de David.
En La primer flor del Carmelo, Calderón de la Barca utiliza la historia de Abigaíl como una alegoría de la intercesión de la Virgen María, reflejando la interpretación teológica de la época que consideraba a María como intercesora entre la humanidad y Dios. Este auto sacramental, que presenta elementos de drama y misticismo, utiliza el recurso literario de la alegoría para presentar la narrativa bíblica de una manera que enfatiza sus significados espirituales y teológicos más profundos.
Los autos sacramentales, como La primer flor del Carmelo, eran representaciones teatrales que formaban parte de las celebraciones del Corpus Christi y que buscaban enseñar y reforzar las verdades de la fe católica. A través de la creatividad y la habilidad dramática de Calderón de la Barca, esta obra particular logra presentar la historia de Abigaíl de una manera nueva y significativa, enriqueciendo la comprensión del público sobre los temas de la intercesión y la gracia divina.
Sobre el autor
Pedro Calderón de la Barca (Madrid, 1600-1681) Calderón de la Barca nació el 17 de enero de 1600, en Madrid, como segundo de cinco hermanos, en el seno de una familia de mediana hidalguía procedente de las montañas cántabras. Su padre fue escribano del Consejo y Contaduría Mayor de Hacienda. La madre murió en 1610 y el padre en 1615. Al parecer, su padre había dejado como voluntad y requisito para que Pedro y sus hermanos heredaran el que siguieran las carreras que él había marcado; a Calderón le estaba destinada la de sacerdote.
Al igual que Lope de Vega, Quevedo y otros literatos, Calderón cursó estudios en el madrileño colegio Imperial de los jesuitas (hasta 1613), y los continuó en las universidades de Alcalá de Henares y Salamanca (hasta 1620), donde, quizá por la exigencia paterna, estudió teología, pero también lógica, retórica, historia y derecho natural y político. Su bagaje cultural era muy amplio, tocado por la escolástica y las ideas existencialistas agustinianas.
Calderón vivió tres reinados (con Felipe III, Felipe IV y Carlos II) durante los cuales se fue desintegrando el poder español y el país quedó cada vez más aislado del escenario internacional, sobre todo a partir de la pérdida de Flandes por la paz de Westfalia, en 1648. Pero no fue tanto así en la creación literaria, ya que Calderón vivió de lleno el Siglo de Oro español, tan prolífico y rico en cuanto a las artes.
Hacia 1620, los hermanos Calderón debieron resolver un litigio relativo a la herencia con la segunda mujer de su padre. Ese mismo año, Calderón de la Barca abandonaría los estudios religiosos e iniciaría sus primeras tentativas literarias con la poesía. Así, participó como poeta en varios certámenes y justas, pero pronto descubriría su atracción por la ‘comedia nueva’ de Lope de Vega, quien debió despertar su fascinación por el teatro.
Calderón desarrollaría la mitad de su producción paralelamente al ascenso del valido conde-duque de Olivares (entre 1621 y 1643), protector de artistas y literatos. Su bautismo teatral se produce, en 1623, con la obra Amor, honor y poder.
Calderón realizará algunos viajes por Flandes e Italia, entre 1623 y 1625, como secretario del duque de Frías. Después, será asiduo escritor de obras para la Corte y para los corrales de comedias. Su prestigio en la Corte fue aumentando, y Felipe IV le otorgó el ingreso como caballero de la orden de Santiago, hacia 1637. También debió vivir algunos episodios oscuros, como una acusación por violar, junto a su hermano, la clausura de un convento de trinitarias, tema del que no se sabe a ciencia cierta la verdad. Por otro lado, su buena relación con Lope de Vega debió enfriarse hacia 1629, aunque tampoco hay datos fiables sobre los motivos. Se habla de un extraño incidente: un hermano de Calderón fue agredido y, éste al perseguir al atacante, entró en un convento donde vivía como monja la hija de Lope.