Kláiner ha desaparecido; lo más probable es que esté muerto. El destino que les espera a sus antiguos compañeros no es mucho mejor. Atrapados sin querer en los planes de venganza de Qadién, van a ser vendidos como esclavos en la isla de Puyia.
En la provincia meridional de Iratembe la regularizadora Ombi tiene un plan para enfrentarse a la Irrealidad que ha escapado del Cilindro Maestro y que corrompe cuanto toca. Un plan que implica recorrer diversos universos y recolectar su esencia; tomar los diferentes ahoras de distintos cuandos y mezclarlos para obtener algo nuevo. Necesitará la ayuda de Ibyra en esa empresa.
Entretanto, el capitán Avaré inicia una búsqueda que no está seguro de dónde lo llevará y en la que tal vez encuentre la clave para resolverlo todo… si es que tal clave existe.
Sobre el autor
A juzgar por su numerosa obra, Rodolfo es uno de los autores más prolíficos del género fantástico y de ciencia ficción en España. Su larga trayectoria como escritor ha sido recompensada numerosas veces con varios premios, como el Ignotus, el Minotauro o el Asturias de novela.
Narrador de estilo dinámico que gusta de la fusión de géneros, en su bibliografía destacan los cyberpunks La sonrisa del gato (1995) y El sueño del rey rojo (2004), o el space opera Tierra de nadie: Jormungand (1996), además de obras de fantasía urbana como Las astillas de Yavé (2014).
Ha escrito varios pastiches holmesianos de corte fantástico que ha recopilado en la edición ómnibus Los archivos perdidos de Sherlock Holmes. El primero de ellos, La sabiduría de los muertos, es sin duda su novela más reeditada y popular, traducida al inglés, francés, portugués, turco y polaco.
Su producción breve se encuentra recogida en Disfraces parecidos a mi piel (2020).
En La canción de Bêlit (2017) explora la obra de Robert E. Howard y aporta su personal punto de vista a su más famosa creación, Conan el bárbaro.
En 2020 empieza a publicar su obra más ambiciosa, El hueco al final del mundo, que reparte en varios volúmenes.
Vive en Gijón, junto a Felicidad Martínez y las dos gatas de ambos: Rángiku e Íchigo.