Poeta en Nueva York reúne poesías de indudable inspiración surrealista. Son, sin embargo, bastante más lúgubres que la mayor parte de los poemas de los otros libros de Lorca. Escrito entre 1929-1930 en Nueva York, durante la residencia de Federico García Lorca como estudiante en la Universidad de Columbia, este libro se publicó póstumamente en 1940.
García Lorca es testigo de la Nueva York que sufre por la pobreza tras el crack de 1929. Escribe sobre la soledad y la desesperación en una ciudad de pesadilla donde deambulan seres oprimidos y reina la miseria. Algunos de los poemas están dedicados a los afroamericanos, en particular a los habitantes del barrio de Harlem.
Poeta en Nueva York concluye, además, con dos odas, una de ellas dedicada a Walt Whitman, padre fundador de la poesía estadounidense moderna. Lorca incluye dos valses para celebrar la partida de Nueva York y la llegada a La Habana.
En esa ciudad encuentra la música cubana. Entonces el poeta se transforma, y con él el lector, y así nos lleva las puertas de un lugar mucho para él más luminoso: el Sur.
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Federico García Lorca (Fuente Vaqueros, 1898-Víznar, 1936). España.
En el pueblo granadino de Fuente Vaqueros, nació Federico García Lorca el 5 de junio de 1898. Su padre, Federico García Rodríguez, era un acomodado propietario de tierras y cortijos; su madre, Vicenta Lorca Romero, era maestra de escuela del pueblo y pertenecía a una buena familia de Granada. El padre de Federico García Lorca se había casado con Vicenta tras enviudar, sin descendencia, de su primera esposa. Federico tuvo tres hermanos (Concha, Isabel y Paquito), y todos sus abuelos eran de la provincia de Granada.
Recibió de su madre las primeras lecciones, y de su tía Isabel, que vivía con ellos, las primeras nociones de música (guitarra y piano). Ya en la infancia montó Federico sus infantiles obras de títeres, además de iniciar su afición por el dibujo. También entró en contacto con el folclore popular andaluz gracias a los ‘tablaos’ flamencos que organizaba la familia. Sensible, zalamero e ingenioso, Federico fue un muchacho más bien volátil y no destacó en sus estudios, aunque sí por su afición a la lectura y su desbordante imaginación.
En 1909, la familia se trasladó a Granada, donde Federico estudió el bachillerato en el colegio del Sagrado Corazón (no religioso, pero sí tradicionalista), cuyo título sólo obtuvo en 1915, y gracias a ciertas recomendaciones. Pudo así ingresar en la Universidad de Granada, en las que empezó a estudiar filosofía y letras y derecho. Su experiencia universitaria fue análoga a la de bachiller; Federico encantaba a todos con su ingenio y su conversación, pero el estudio se le hacía cuesta arriba. En realidad, nunca finalizó la carrera de filosofía, aunque sí la de derecho, en 1923.
Antes, en 1917, Federico realizó un viaje de estudios por Castilla y Andalucía en el que conoció a Unamuno (en Salamanca) y a Antonio Machado (en Baeza). Este viaje daría lugar a su primer libro, Impresiones y paisajes, publicado en 1918. En Granada, su contacto con el ambiente cultural se extendió al Ateneo y al Centro Artístico Granadino, donde trabó amistad con el compositor Manuel de Falla, además de promover y participar en unas tertulias más vanguardistas, como la del café Alameda (a la que llamaron tertulia del ‘Rinconcillo’) y la de la taberna del Polinario, de ambiente flamenco. De hecho, la música y su estudio fue durante muchos años su mayor pasión, llegando a conseguir un buen nivel de interpretación al piano. Quizá su carrera se habría orientado en este sentido si sus padres no se hubieran opuesto a que Federico marchara a París a continuar sus estudios musicales, como le había aconsejado Falla hacia 1920.
No obstante, las tentativas poéticas iniciadas hacia 1916 y materializadas con la publicación de su primer poemario, Libro de poemas, en 1921, inclinarían a Lorca hacia la escritura. Sin duda, su contacto con poetas y literatos jóvenes y otros ya experimentados en su paso por la famosa Residencia de Estudiantes de Madrid, entre 1919 y 1928, también influyeron en la adopción de la vía literaria. Entre sus más allegados entonces figuraban Salvador Dalí, Luis Buñuel, Pepín Bello, Emilio Prados, Rafael Alberti, Moreno Villa y, algo más adelante, Vicente Aleixandre.