La antigua explotación minera de Garden Hills ya no es lo que era. Desde que la refinería cerró sus puertas todo se ha vuelto gris. El horizonte es un borrón de ceniza, smog, hedor y escoria. Apenas se ve el cielo. Al pie de la colina ya solo quedan doce familias pendientes de un falso rumor.
Fat Man, el antiguo Señor del Fosfato, desde su fortaleza en la cumbre, no puede moverse de lo gordo que está. Lo ayuda en todo lo que puede Jester, un jockey negro lesionado que vive en una cabaña apartada en compañía de Lucy, una mulata despampanante. Se conocieron en un circo de freaks. Él montaba en un caballito balancín; si dabas con la bola en la diana lo hacías caer en un tanque de agua. Ella, anunciada como «Nestradidi, la Princesa Africana Civilizada», fumaba cigarrillos con el coño.
Esta es la fauna que puebla las colinas. Un lento declive hacia la extinción. Pero Dolly, la joven Reina de la Belleza que logró huir en su día de aquel agujero inmundo, acaba de volver de Nueva York con un plan (y una jaula) para sacar a Garden Hills del olvido.
«Más triste que un zoo. Gótico sureño en su máxima expresión, un paisaje del Bosco plantado en medio de Dixie.»
Jean Stafford, The New York Times Book Review
«¡Soberbia y absorbente!»
Erskine Caldwell
«Afilada y furiosa, vibrante y viva… ¡Una nueva voz a tener en cuenta!»
Los Angeles Times
«Una experiencia inolvidable.»
Oregon Journal
A propos de l’auteur
«Nací el 7 de junio de 1935 al final de un camino de tierra en el condado de Bacon, Georgia. Un camino muy largo. Mi padre murió cuando yo era un bebé y mi madre, sin otra cosa que simple coraje, tras toda una vida de desesperación y falta de alternativas, nos crió a mí y a mi hermano. Asistí a la Universidad de Florida. Tras dos años ahogándome entre la Verdad y la Belleza, dejé la Universidad por una moto Triumph. Me dirigí al oeste una clara mañana de primavera con siete dólares y cincuenta y cinco centavos en el bolsillo. Estuve en la cárcel de Glenrock, Wyoming; un indio blackfoot al que le faltaba una pierna me dio una paliza en una reserva de Montana; fregué platos en Reno; recolecté tomates en las afueras de San Francisco; un hombre que se creía Cristo me expulsó el demonio que llevaba dentro en Colorado Springs y en Chihuahua me hice amigo de un piloto obsesionado con las alforjas de motos… Volví cojeando a la Universidad de Florida, purificado y santificado, dispuesto a absorber todo lo que quedara de Verdad y Belleza. Y así están las cosas. Actualmente doy clases de inglés en Fort Lauderdale, Florida. Estoy casado con una chica muy guapa que sabe escribir a máquina. Hemos tenido dos hijos. El mayor se ahogó en 1964. El otro tiene cuatro años.»
Desde entonces Harry Crews bebió mucho, se drogó bastante y publicó más de veinte libros. Murió el 28 de marzo de 2012, a los 76 años, por complicaciones de una neuropatía. En su última entrevista puso las cartas sobre la mesa: «Mira, si tu intención es escribir sobre la dulzura, la luz y toda esa mierda, consíguete un trabajo en Hallmark».