Los protagonistas que integran los relatos de este tercer volumen de Horacio Quiroga no son más que simples marionetas controladas por los hilos de una mente que supo manejar a la perfección la crueldad y el terror. Personajes que aparecen envueltos en una atmósfera extrahumana y alucinante, vencidos, la mayoría de las veces, por fuerzas rudas e incontrolables o por la impiedad de sus semejantes.
Los escenarios que presenta el autor no responden en absoluto a imágenes idílicas, estilizadas y convencionales. Por el contrario, en sus letras hay un largo proceso de reconocimiento de una realidad hostil, en la que el hombre está en una lucha constante por derrotarla.
Horacio Quiroga siempre se autodenominó un narrador de acción antes que un escritor intelectual. Quizás sea por eso que sus obras nos transmiten la imagen de un Ser auténtico que se formó a sí mismo a lo largo de una vida compleja y díficil. Un hombre que dejó para la posteridad algunas de las piezas más brillantes y trascendentales de la literatura hispanoamericana.
A propos de l’auteur
Horacio Quiroga nació en Salto, Uruguay, el 31 de diciembre de 1879, y murió en Buenos Aires el 19 de febrero de 1937.
Autor de Los arrecifes de coral (1901), El crimen del otro (1904), Historia de un amor turbio (1908), Cuentos de Amor de Locura y de Muerte (1917), El Salvaje (1920), Cuentos de la Selva (1921), Anaconda (1923), El Desierto (1924), Los Desterrados (1926), Pasado amor (1929) y Más Allá (1934) su último libro.
La existencia de Quiroga estuvo rodeada de tragedias, desde la muerte accidental de su padre a causa de un disparo de arma de fuego, hasta el envenenamiento de su primera esposa, pasando por la pérdida de dos hermanas que murieron de fiebre tifoidea y el suicidio de su padrastro, entre otras desgracias.
En 1936 se internó en el Hospital de Clínicas por un agudo dolor en el estómago. Apenas unos meses después le diagnosticaron un cáncer incurable y esa misma medianoche, en presencia de un amigo, Quiroga bebió un vaso de whisky con cianuro que lo mató a los pocos minutos. Sus restos fueron repatriados a su Uruguay natal.