Un desafío. Mariano José de Larra
Fragmento de la obra
Acto I
El primer acto pasa en el palacio de Windsor, en Londres.
El teatro representa una sala de Windsor; puertas en el fondo; a la izquierda la cámara del rey, a la derecha la de la reina.
Escena I
Sidney, sentado, con un billete en la mano; Williams, en pie delante de él.
Williams: Se me ha respondido que el lord canciller sigue malo; sin embargo, no he podido verle.
Sidney: Bien está.
Williams: Tres días hace ya que no se ha presentado nadie de parte del rey a informarse de la salud del duque de Buckingham, y esta repentina indiferencia de Su Majestad ha chocado mucho en el palacio del lord canciller.
Sidney: ¿Qué importa?
Williams: Como la última entrevista del rey y de su excelencia fue muy acalorada, hay quien empieza a temer su caída, y no falta quien la atribuye al conde de Warwick.
Sidney: ¿A mí? Basta.
Williams: Para prevenir sin duda el golpe que le amaga, ha entrado el lord canciller en negociaciones con la reina.
Sidney: ¿Con la reina?
Williams: Cuando yo entraba en el palacio de Buckingham salía de él su primera dama lady Isabel Howard, viuda del lord tesorero, conde de Salisbury.
Sidney: ¿lady Howard? ¿Es posible? Déjame.
Williams: ¿El señor conde asistirá al baile de la reina?
Sidney: No sé: sí: no me esperes hasta muy tarde.
A propos de l’auteur
Mariano José de Larra (Madrid, 1809-Madrid, 1837), España.
Hijo de un médico del ejército francés, en 1813 tuvo que huir con su familia a ese país tras la retirada de las fuerzas bonapartistas expulsadas de la península. Como dato sorprendente cabe decir que a su regreso a España apenas hablaba castellano. Estudió en el colegio de los escolapios de Madrid, después con los jesuitas y más tarde derecho en Valladolid. Siendo muy joven se enamoró de una amante de su padre y este incidente marcó su vida. En 1829 se casó con Josefa Wetoret, la unión resultó también un fracaso.
Las relaciones adúlteras que mantuvo con Dolores Armijo se reflejan en el drama Macías (1834) y en la novela histórica El doncel de don Enrique el Doliente (1834), inspiradas en la leyenda de un trovador medieval ejecutado por el marido de su amante. Trabajó, además, en los periódicos El Español, El Redactor General y El Mundo y se interesó por la política.
Aunque fue diputado, no ocupó su escaño debido a la disolución de las Cortes. Larra se suicidó el 13 de febrero de 1837, tras un encuentro con Dolores Armijo.