¿Es posible recuperarse de un diluvio de noticias catastrofistas? ¿De qué manera podemos pasar del derrotismo a la esperanza? ¿Cómo podemos gestionar el colapso con inteligencia en el plano material, político, psicológico e incluso espiritual?
Ya nadie duda de la situación crítica en la que se encuentra nuestro planeta, abocado a un desbordamiento global. Los colapsos están en marcha y con ellos sus manifestaciones morales y políticas. Una situación que enfrenta a nuestra generación a un dilema: o esperamos toda la fuerza y las consecuencias de futuros cataclismos o, para evitar algunos de ellos, damos un giro tan brusco que desencadene una nueva revolución mundial, más rápida y profunda que las pasadas agrícola e industrial.
Tras el éxito de su anterior obra, Colapsología, los autores muestran en el presente libro que un cambio de rumbo requiere necesariamente un viaje interior y un replanteamiento drástico de nuestra visión del mundo. Dos requisitos que nos permitirían permanecer en pie durante la tormenta que se avecina, desarrollar una nueva conciencia de nosotros mismos y de nuestro entorno, e imaginar nuevas formas de vivir en él. Quizás entonces sea posible regenerar la vida desde las ruinas, partiendo de la colapsología y encaminados hacia la colapsosofía.
A propos de l’auteur
Pablo Servigne es ingeniero agrónomo y doctor en Biología, especialista en temas de transición, agroecología y colapsología, neologismo que creó junto con Raphaël Stevens. Durante varios años investigó el comportamiento y la ecología de las hormigas en Sudamérica, lo que originó su pasión por los mecanismos de ayuda mutua (uno de los ejes de la colapsología).
Raphaël Stevens es investigador y ecoasesor, especialista en estudios prospectivos, ciencia de la complejidad y modelado cualitativo. En 2008 fundó con Gauthier Chapelle la firma de investigación y consultoría Greenloop, que apoya a organizaciones y comunidades territoriales en su transición ecológica.
Gauthier Chapelle es ingeniero agrónomo y doctor en Biología. Tras una tesis en biología antártica y cinco años de concienciación sobre el cambio climático en la International Polar Foundation, se unió al movimiento de biomimetismo y fundó en 2006 la asociación Biomimicry-Europa.