Unas vacaciones de primavera en una playa exótica donde todo está permitido, se convierten en una aterradora historia de supervivencia cuando seis adolescentes de Miami son secuestrados y rescatados.
Maddie está fastidiada del circulo de amigos presumido y superficial de su prima Génesis. Génesis está cansada de la predecible escena social de Miami, con entradas exclusivas, pequeños juegos de poder y novios traicioneros. Mientras que Maddie ansía pasar momentos familiares durante esas vacaciones de primavera, Génesis busca las novedades, como una salida de último minuto a una playa virgen en Colombia. Y cuando Génesis quiere algo, sucede.
Pero el paraíso tiene su precio…
Arrastrados fuera de sus campamentos en medio de la oscuridad de la noche, Génesis, Maddie y sus amigos son secuestrados y retenidos en medio de la jungla para pedir un rescate. A todos les parece muy extraño, menos a Génesis. Ella sabe que los han escogido por una razón. Y esa razón es ella. Ahora, mientras las horas transcurren, solo hay una cosa cierta: Si los rehenes de Miami no pueden poner de lado sus problemas personales, ninguno de ellos saldrá vivo.
In this pulse-pounding new novel by New York Times bestselling author Rachel Vincent, a decadent spring break getaway on an exotic beach becomes a terrifying survival story when six Miami teens are kidnapped and ransomed.
Maddie is beyond done with her cousin Genesis »s entitled and shallow entourage. Genesis is so over Miami »s predictable social scene with its velvet ropes, petty power plays, and backstabbing boyfriends. While Maddie craves family time for spring break, Genesis seeks novelty-like a last-minute getaway to an untouched beach in Colombia. And when Genesis wants something, it happens. But paradise has its price. Dragged from their tents under the cover of dark, Genesis, Maddie, and their friends are kidnapped and held for ransom deep inside the jungle-with no diva left behind. It all feels so random to everyone except Genesis. She knows they were targeted for a reason. And that reason is her. Now, as the hours count down, only one thing »s for certain: If the Miami hostages can »t set aside their personal problems, no one will make it out alive.