Cada Nochebuena tiene su ritual.En nuestra casa, la regla era que mis hijos podan disfrutar de un banquete de medianoche, si an estaban despiertos a la hora de las brujas. Revis mi reloj mientras me secaba las manos en la toalla de bao; Eran las 11.55 p.m. cuando vi a mis dos mayores arrastrarse por el rellano hacia m.Camin hacia el rellano y me agach frente a ellos. Adam, mi primognito ahora tena ocho aos, alto y delgado, ya estaba formando los anchos hombros de un nadador. Charlotte, su hermana, acababa de cumplir seis aos y, como la mujer mayor de la casa, se tom muy en serio sus deberes al cuidarnos a todos."Qu estn haciendo ustedes dos ya?" Pregunt, revolviendo el cabello de Adam y apretando la nariz de Charlotte entre mis dedos.Charlotte se ech hacia atrs, riendo. "Tenemos hambre papi", dijo, apenas por encima de un susurro. A mis hijos se les haba enseado desde una edad temprana a mantener siempre la voz baja cuando su pap tena un invitado."Hambriento", enfatiz Adam, casi lloriqueando.Me re. "Morir de hambre, verdad?" Los empuj a los dos juguetonamente en el vientre. Como si nunca te hubieran alimentado antes, muerto de hambre?Ambos me miraron suplicantes.Justo en ese momento, vi a mi hijo ms pequeo detrs de ellos. Melody tena casi dos aos y caminaba tambalendose. Ella esquiv a sus hermanos, usndolos para estabilizarse antes de tratar de pasarme. La agarr por la cintura y levant su pequeo cuerpo en brazos, levantndome mientras lo haca.Un padre no puede tener un favorito! Esa es una norma que me niego a comprometer. Amo a todos mis hijos de la misma manera y, sin embargo, haba algo especial en mi pequea Melody. Desde la primera vez que abri sus penetrantes ojos azules y me mir sonriendo, sent el dolor punzante de anticipacin que todos los padres deben sufrir la primera vez que su hija aba
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