Viaje al Parnaso fue publicado en 1614, este relato en verso cuenta el viaje al monte Parnaso de Miguel de Cervantes y los mejores poetas españoles. Cervantes, montado en una mula, recorre lugares reales y míticos juntos a los mejores poetas españoles.
Tras pasar por Madrid, la comitiva llega a Valencia, y asistidos por Mercurio, se hacen a la mar con destino al Parnaso en un barco hecho de versos.
En el viaje avistan Génova, Roma y Nápoles y consiguen cruzar el terrible estrecho de Mesina.
Ya en el Parnaso, tras un breve descanso, entablan combate con el ejército de los malos poetas utilizando como munición libros y poemas.
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Miguel de Cervantes Saavedra (Alcalá de Henares, 1547-Madrid, 1616). España.Miguel de Cervantes Saavedra nació a mediados de 1547, en Alcalá de Henares, como cuarto de los siete hijos del cirujano Rodrigo de Cervantes y Leonor de Cortinas. Después, entre 1551 y 1556, su familia se trasladaría, sucesivamente, a Valladolid, Córdoba, Sevilla y Madrid, donde llevarían siempre una vida modesta y no exenta de dificultades.
No se conocen referencias claras sobre la infancia y juventud de Cervantes, y tampoco sobre su formación. Es probable que estudiara en los colegios jesuitas de Córdoba y Sevilla, pero no en la universidad. Sí consta su contacto, a partir de 1566, con el catedrático de gramática y retórica Juan López de Hoyos, en Madrid, quien probablemente lo inició en el arte de la poesía y en la cultura renacentista y humanista de la época.
Hacia 1569, tras algún lance callejero o de honor en el que debió herir a un tal Antonio de Sigura, Miguel de Cervantes marchó a Roma con la intención, sobre todo, de eludir a la justicia. Allí entró al servicio del cardenal Giulio Acquaviva y, poco después, trabajó como soldado en el tercio de Miguel de Moncada.
Los motivos de este cambio de ocupación son, todavía hoy, un enigma.
Los azares bélicos llevaron a Cervantes a la batalla de Lepanto (1571), a bordo de la galera Marquesa, perteneciente a la escuadra mandada por Juan de Austria. En esta batalla fue herido en la mano izquierda, la cual le quedó inútil. Después, tras unos meses de recuperación en Mesina, volvió a participar en las campañas de Bizerta y Túnez.
En el prólogo de la segunda parte del Quijote, el mismo Cervantes refiere con orgullo su participación en la batalla de Lepanto, así como su herida y la compensación que obtuvo por su valor.