Cuando se habla de las características inconfundibles del humor inglés, se habla concretamente del londinense Gilbert Keith Chesterton, porque toda su obra lleva este sello de identidad. Y como una evidente muestra de ello, es la colección de relatos El club de los negocios raros. En ellos encontramos la búsqueda de lo singular, lo que no puede repetirse de ninguna forma porque se trata, indudablemente, de historias que solo pueden ser posibles en un mundo permeado por la excéntrica flema inglesa. Imaginemos que una noche, con todo listo para ir a esa fiesta a la que fuimos invitados y no queremos perderla por ningún motivo, recibimos de forma inesperada a un emisario que nos lleva una noticia terrible, tanto, que no puede explicarla de una sola vez. Así vamos tratando de entender al personaje que se afana en enredarnos, en decirnos razones que no comprendemos, en gastar nuestro tiempo sin que nosotros nos demos cuenta. Y no es esto producto del azar o la mala ventura. Es, como podrá descubrirlo el avezado lector, un entramado finamente preconcebido por un negocio, uno tan extraño al que no podremos darle crédito, pese a la infalibilidad de sus servicios. Y las reglas de este club que reúne a tan estrambóticos empresarios, se condensan en una: solo se puede ser miembro cuando el sustento del hombre de negocios dependa, exclusivamente, de los ingresos que le reporte esta rara actividad
Circa l’autore
Gilberth Keith Chesterton nació en Londres el 29 de mayo de 1874, en una familia libre pensadora, por lo que en sus primeros años se definió como un perfecto agnóstico. Sin embargo, esa perspectiva fue lo que lo acercó a los conocimientos relativos al espíritu, primero a través del ocultismo y después a través de la fe cristiana, regresando a la iglesia anglicana, que era a la que por tradición pertenecía su familia, y después convirtiéndose al catolicismo.
Estudió sus primeros años universitarios en el University College de Londres, pero en 1895 abandonó los estudios y comenzó a publicar artículos de arte y política para diversos periódicos. En 1900 publicó su primer libro, una colección de poemas titulada Greybeards at Play, y a éste siguieron las biografías: Roberto Browing, Charles Dickens, San Francisco de Asís, Santo Tomás de Aquino, así como las novelas El Napoleón de Notting Hill en la que hace una crítica al mecanizado mundo moderno; Ortodoxia, una crónica de su evolución espiritual, así como una apasionada defensa de la vida cristiana El hombre que fue Jueves, El hombre eterno que presenta la concepción cristiana de la historia; como lo más representativo de su trayectoria literaria pues fue autor de más de cien títulos.
Chesterton rompe con la falsa idea de que los ingleses son demasiado solemnes, pues es uno de los mejores novelista satíricos y humoristas universales. La concepción que tenía respecto a la vida es plasmada en todos sus textos: la alegría, la sorpresa y el ingenio son elementos constantes, invariablemente realizados con maestría. Además, era un sabio que dominaba por igual la gastronomía, la filosofía, la crítica de arte y la teología, entre otras disciplinas.Murió en Beaconsfield el 14 de junio de 1936.