Unipersonal del arcabuceado. José Joaquín Fernández de Lizardi
Fragmento de la obra
UNIPERSONAL DEL ARCABUCEADO
Endechas
¡Gran Dios!, ¿qué me sucede?,
¿qué es lo que por mí pasa?
¿Hoy tengo de morir?
¡Las seis toca el reloj de la mañana!
Pocas horas, ¡ay, triste!, 5
sonará esta campana
en mis débiles oídos.
Yo tengo de morir… ¡Qué dolor!, ¡qué ansia!
¿Posible es, Dios eterno,
que muera esta mañana?, 10
¿que muera en un suplicio
en una edad tan joven y temprana?
Sí: moriré… ¡ay de mí!,
moriré… ¡oh, idea ingrata!,
porque mis crueles padres 15
así en mi corta edad lo decretaran.
Ellos, ¡los infelices!,
son los que ahora me matan,
por no haber arreglado
mis pasiones allá desde la infancia. 20
Mas, ¡oh, dolor!, ¿qué culpa,
qué culpa se reclama
a unos hombres que acaso
le debieron su cuna a la ignorancia?
¡Ah, jueces!, ¡ah, pastores 25
a quienes se le encarga
la educación del joven,
que vosotros miráis cual cosa vaga!
Mi sangre ciertamente
correrá esta mañana; 30
pero, temblad, pues grita
ante el trono de Dios por la venganza.
Circa l’autore
José Joaquín Fernández de Lizardi (1776-1827). México.
Hijo de Manuel Fernández de Lizardi y Bárbara Gutiérrez. Nació en la Ciudad de México.
En 1793 ingresó en el Colegio de San Ildefonso, fue bachiller y luego estudió teología, aunque interrumpió sus estudios tras la muerte de su padre.
Hacia 1805 escribió en el periódico el Diario de México. En 1812, tras las reformas promulgadas por la Constitución de Cádiz, Fernández de Lizardi fundó el periódico El Pensador Mexicano, nombre que usó como seudónimo.
Entre 1815 y 1816, publicó dos nuevos periódicos: Alacena de frioleras y el Cajoncito de la alacena.
En mayo de 1820, se restableció en México el gobierno constitucional y, con la libertad de imprenta, fueron abolidas la Inquisición y la Junta de Censura. Entonces Fernández de Lizardi fundó el periódico El conductor eléctrico, a favor de los ideales constitucionales; y apenas unos años después, en 1823, editó otro periódico, El hermano del Perico.
Su último proyecto periodístico fue el Correo Semanario de México.
Murió de tuberculosis en 1827 y fue enterrado en el cementerio de la iglesia de San Lázaro.