Lo que se dice de Tom Sawyer podría decirse de cualquier chico en cualquier lugar: curioso, travieso y siempre en busca de diversión. Algunos aseguran que Mark Twain se propuso recrear una parte de su niñez en un poblado a orillas del Misisipi, zona de confluencia de razas y supersticiones, y lo logró con el poder de su imaginación y de su escritura, asegurando para siempre el gusto en los lectores. La historia cuenta cómo Tom y sus amigos Huck y Joe deciden emprender una aventura lejos de sus casas jugando a ser piratas. Sin embargo, al regreso, el juego de niños se volverá realidad cuando encuentren un verdadero tesoro y peligrosos custodios a los cuales enfrentarse. Estas y otras peripecias son las que llevarán a Tom a pasar de niño travieso a héroe astuto ante la mirada atónita de los habitantes del pueblo.
En un famoso pasaje, el narrador lamenta cómo la civilización había desplazado la existencia de los bandoleros al estilo de Robin Hood sin darnos nada a cambio. De modo similar, al asomarnos a este libro celebraremos el ímpetu de aquellos niños y recordaremos nuestra propia infancia, cuya esencia parece desplazada ahora por entretenimientos electrónicos.
Circa l’autore
Mark Twain (Samuel Langhorne Clemens) nació en Florida (Missouri) en 1835, cuando el cometa Halley pasó cerca de la Tierra: murió en 1910, cuando el mismo cometa visitó de nuevo nuestro planeta. Su vida —sobre todo su infancia— transcurrió alrededor del Misisipi, lo que marcó fuertemente su literatura. Adoptó el seudónimo de Mark Twain, un término náutico local: el río era un mundo bastante familiar para él, ya que fue navegante y piloto. Sus obras, desde las literarias hasta su labor periodística, se imprimieron con el toque humorístico y una genialidad tal que lo convirtieron en uno de los escritores referenciales del siglo XIX estadounidense.
Jorge Pérez (Guadalajara, 1983) es narrador, editor, traductor y periodista. Actualmente colabora para el diario El Informador.