Rubel se consagró a construir un Marx anti-stalinista y anti-bolchevique. Además, su pretensión de que el impulso de Marx hacia las ideas que adoptó no surgió, precisamente, de algún descubrimiento científico, sino ético, le da a su interpretación un sesgo no anti-científico pero sí anti-cientificista. Hipótesis que Rubel intenta probar negando toda cesura entre el autor de El capital y el de los Manuscritos de París, enfrentamiento necesario con un Althusser al que, sin embargo, se apoya implícitamente al rechazar la filiación hegeliana de su biografiado. Como colofón de todo el edificio, concluye que Marx era, en realidad, anarquista. Podrá decirse cualquier cosa sobre esta lectura del fundador del socialismo científico, menos que no es original…
Circa l’autore
Maximilien Rubel (Chernivtsi, 1905-París, 1996), se inició a la vida intelectual bajo la influencia de Max Adler, socialdemócrata austríaco convencido de la necesidad de suplementar las teorías económicas de Marx con una ética de extracción kantiana. Comenzó su vida política en Francia, en los grupos de apoyo a los anarquistas españoles durante la Guerra Civil. En la Segunda Guerra mundial distribuyó panfletos entre las fuerzas de ocupación alemanas como miembro del Grupo Proletario Revolucionario, denunciando al nazismo y al imperialismo occidental. Defendió con posterioridad el comunismo de los consejos y atacó el leninismo como parte de la construcción del capitalismo de Estado en Rusia. A partir de allí, dedicó su vida a la reconstrucción del conjunto de la obra marxiana.