Con tan solo 24 años, Stephen Crane cambió el curso de la literatura bélica con su obra maestra La roja insignia del valor. Por primera vez, la guerra deja de ser un escenario romántico para convertirse en un infierno de fango, desesperación y miedo. La novela no tardó en convertirse en un best-seller que atrajo la atención de todo tipo de lectores, incluidos los más jóvenes. Crane conjuga con talento inigualable la descripción expresionista del campo de batalla con las dudas que siente el individuo hacia su valor en una situación extrema. Ambientada durante la Guerra Civil Americana, un joven se alista voluntario ingenuamente para defender unos ideales que irán siendo destruídos con el fragor de los cañonazos. Su capacidad narrativa y la agilidad de los diálogos sorprendieron a autores como Joseph Conrad, Henry James o H. G. Wells, aunque serían los narradores norteamericanos de la Generación Perdida (Hemigway, Dos Passos y Faulkner) quienes más se verían influidos por la prosa de Crane. Fallecido prematuramente a los 28 años, poco antes de morir acudió como corresponsal de prensa a la Guerra de Cuba, lo que le llevó a escribir Heridas bajo la lluvia, también publicada por Rey Lear en el número 1 de esta colección.
Circa l’autore
Stephen Crane
(Newark, 1871 – Bandeweiler, 1900)
El norteamericano Stephen Crane logró en tan sólo 28 años el reconocimiento literario de escritores como Joseph Conrad, Ford Madox Ford, Henry James o H. G. Wells. Con su primera novela, Maggie, una chica de la calle (1893), introduce en Estados Unidos el naturalismo narrativo, pero será La roja insignia del valor (1895), ambientada en la guerra civil de su país, la que le convierta en un autor de culto, cuya influencia se percibe en futuras generaciones literarias. John Dos Passos, William Faulkner, Ernest Hemingway, Kurt Vonnegut o Norman Mailer encontraron en el poderoso antibelicismo de La roja insignia del valor un modelo para analizar las contradiciones humanas que surgen ante la violencia y una reflexión moral sobre la degradación humana inherente a los ejércitos en armas.
En 1897 fija su residencia en Inglaterra. Desde allí viajará, como corresponsal de prensa, a la guerra greco-turca y a la que enfrentó en Cuba a España y Estados Unidos en 1898. Stephen Crane murió en 1900 en un sanatorio de la ciudad alemana de Badenweiler, donde había ingresado enfermo de tuberculosis.