Días de ocio en la Patagonia narra la estancia feliz de este exquisito autor en tierras patagónicas. En 1871 Hudson se adentra en la provincia de Río Negro donde permanece varios meses. Su viaje se convierte en una excusa para reflexionar sobre la experiencia de la contemplación como vía para explorar las regiones sensibles del alma. A medio camino entre el relato de viajes, el ensayo y el diario de un naturalista, este relato es un testimonio único sobre la vida de los colonos y gauchos a finales del XIX, así como de la paulatina desaparición de las poblaciones indígenas. Pero no fue esto lo que atrajo al escritor a estas remotas tierras del sur argentino, sino su pasión por la ornitología. De allí las minuciosas descripciones de fauna y aves que aparecen en el libro: su canto, sus costumbres, su aleteo… son tan vívidos que la música de trigueros, ruiseñores patagónicos, pinzones y petirrojos arropan la lectura como en una sinfonía de Messiaen. Un clásico de la literatura naturalista.
Circa l’autore
William Henry Hudson (Quilmes, Argentina, 1841 – Worthing, Inglaterra, 1922) fue un escritor y naturalista angloargentino, hijo de colonos norteamericanos instalados en el entonces partido de Quilmes, en la provincia de Buenos Aires. A los 32 años, gravemente aquejado de una enfermedad del corazón y tras la muerte y ruina de la familia, decide emigrar a Inglaterra, donde se establece a partir de 1874 y donde comienza a escribir su larga obra como novelista, naturalista y memorialista. Conocido como el Thoreau argentino, levantó encendidos elogios entre los escritores, no sólo de su generación, como Joseph Conrad o Ford Madox Ford, sino del grupo de Bloomsbury o el propio Borges.