Bronwyn tardó mucho tiempo en descubrir lo que quería hacer de mayor. Soñaba con ser veterinaria, pero su delicado estómago se resistiría a manipular material ensangrentado. Consideró también hacer periodismo, pero era demasiado tímida. En cambio decidió hacer un curso relacionado con la agricultura, como hija de granjero que era y que amaba la tierra. Después de casarse mejoró sus conocimientos haciendo un curso de Dirección Financiera para Granjas, siendo la esposa perfecta de un granjero. Algunas veces trabajaba como periodista rural, que por lo menos le daba alguna oportunidad para jugar con las palabras, aunque no era algo tan creativo como le hubiera gustado. Todo su tiempo libre lo pasaba con la cabeza metida en los libros, la mayoría de las veces eran libros de novela romántica. Después de tener tres niños y una sucesión de aburridos trabajos, leyó un artículo en una revista que estimulaba a Escritoras de Novela Romántica en Australia. Se preguntó entonces si podría escribir una de esas historias que tanto le gustaba leer. La primera historia incompleta la catalogó como una experiencia de aprendizaje, pero la segunda la escribió con el final feliz deseado. Cuando ese manuscrito ganó el concurso del primer libro de Escritoras desconocidas de Novela Romántica de Australia, el premio Emma Darcy, supo que estaba en el camino correcto. Su historia siguiente se la vendió a Harlequin. Y entonces encontró el trabajo ideal. Bronwyn comparte su idílico corazón entre los cultivos australianos, el que ha sido su marido durante 20 años, sus tres hijos en edad escolar, unas mil ovejas, una docena de caballos, diferentes animales salvajes y un perro ovejero. Cuando su cabeza no está en el teclado o escribiendo un libro, se la puede encontrar en el establo o en alguna parte de la granja disfrutando con su familia.