Pack 336
Deseada
De Teresa, marquesa viuda de Darent, se rumoreaba que había agotado a sus cuatro difuntos maridos con sus insaciables necesidades. No era de sorprender por ello que cada libertino de la alta sociedad deseara acostarse con ella. Si supieran… Por medio de inteligentes matrimonios con hombres que no le habían exigido intimidad física alguna, Tess había podido conservar una cierta inocencia en asuntos de cama. Pero ahora se encontraba a punto de perderlo todo y deseaba proteger a la hijastra con la que tanto se había encariñado.
En ese delicado momento apareció el capitán Owen Purchase. El atractivo aventurero estadounidense había heredado el título de vizconde Rothbury. Y los rumores que corrían sobre sus heridas sufridas en el mar sugerían que bien podría satisfacer los requerimientos de Tess. Pero tardaría poco en descubrir que los chismosos andaban equivocados. Bien podría perder su corazón, y su control, a manos del más increíble de los hombres…
Prohibida
Como doncella de algunas de las más licenciosas damas de la alta sociedad, Margery Mallon vivía dentro de las restricciones sociales de cualquier sensata sirvienta. Los enredos con los caballeros eran tabú. Las alocadas aventuras estaban hechas para las novelas góticas que leía secretamente. Hasta que un enigmático desconocido que se presentó como el señor Ward le dio a probar la pasión, y de pronto las perversas posibilidades que se abrían ante ella resultaban demasiado tentadoras…
Henry Atticus Richard Ward no era un caballero normal y corriente. Era lord Wardeaux y quería averiguar si Margery era la legítima heredera de Templemore… aunque para ello tuviera que emplear la seducción y el engaño. Pero cuando la buena sociedad condenó a la escandalosa sirvienta convertida en condesa y, además, un peligro desconocido comenzó a amenazarla, decidió protegerla por todos los medios…
Mengenai Pengarang
Nicola vivió en Yorkshire hasta los dieciocho años, muy cerca de los páramos que habían inspirado a las hermanas Brontë a escribir Jane Eyre y Cumbres borrascosas. Uno de sus abuelos fue poeta, y en su familia había maestros y lectores voraces que llenaban la casa de libros. Con esos orígines era imposible que Nicola no se convirtiera en una ávida lectora.
Nicola fue al típico colegio donde se enseñaba a las chicas cómo encontrar un marido rico y como subir o bajar de un Rolls-Royce airosamente.
Desgraciadamente Nicola no prestó demasiada atención a esas clases de cómo encontrar marido rico y por lo tanto nunca tuvo la oportunidad de montar en Rolls-Royce. La lectura la mantenía muy ocupada. También desarrolló en el colegio su amor por la historia, la literatura inglesa, y el francés.
Mientras tanto, Nicola se pasaba las tardes leyendo novelas románticas, históricas y viendo películas de época con su abuela. Sus abuelos fueron muy influyentes y también la enseñaron a coser, bailes de salón y cómo plantar ruibarbos, por lo que todo esto fue determinante para incorporarlo en sus novelas históricas en algún momento.
A los dieciocho años se fue al sur para estudiar historia en la Universidad de Londres y durante las vacaciones hacía trabajos variados, desde poner etiquetas con precios en una fábrica de zapatos a servir refrescos en una estación de trenes. Cuando dejó la Universidad tuvo que hacer trabajos algo menos interesantes para ganarse la vida y trabajó como administrativo. Se mudó a Somerset y vivió durante siete años en una cabaña frecuentada por el fantasma de un caballero.
Nicola conoció a su marido cuando estaba en la Universidad, aunque tardó cuatro años en darse cuenta que era especial y no sólo un amigo. Su marido, que era mucho más perceptivo, se había dado cuenta mucho antes, y finalmente llegaron a un entendimiento. Esta falta de percepción también significó que Nicola no se diera cuenta durante años que quería ser escritora. Escribió varias novelas en su tiempo libre, pero nunca las terminó. Finalmente, envió los primeros tres capítulos de una novela de Regencia a Mills & Boon y a pesar de que fueron rechazados, le había encontrado el gusanillo a escribir y no pudo dejarlo. Por suerte, su tercer intento fue el bueno y nunca más ha mirado atrás.