Nazarín, el protagonista que da nombre a esta novela es un joven sacerdote creación de Benito Pérez Galdós. Se trata de un personaje que pone por delante de su carrera eclesiástica su concepción mística de la religión y el mundo.
Nazarín entiende que la única manera de estar en el mundo es actuando a imagen y semejanza de Jesucristo. Esto es, despojándose de toda ambición y dedicando la existencia al servicio de los demás, especialmente de los más necesitados.
Así abandona su cómoda vida sacerdotal en Madrid para echarse a los caminos. En su vagabundeo por los arrabales del sur de Madrid lo acompañan dos mujeres, Ándara y Beatriz. Pero la idea radical de la santidad que persigue Nazarín choca con la ignorancia y la frivolidad de los supersticiosos habitantes de los pueblos que va visitando.
Al hilo del argumento, el escritor canario realiza una crítica de la ideología positivista del progreso. Denuncia también el agotamiento de la política institucionalizada, y la apología de un humanismo rebelde contra la injusticia, la pobreza y la desigualdad, lacras muy presentes en la España de la Restauración.
La novela, amenizada por una magnífica galería de personajes del pueblo, conserva los rasgos inimitables y el estilo característico de la obra galdosiana de madurez.
La mayoría de los críticos ven en esta novela una la lectura atenta de la obra de León Tolstói. Aunque otros estudiosos galdosistas, como Gustavo Correa, opinan que, por encima de Tolstói, pesó sobre Galdós la tradición mística española. En especial, Juan de la Cruz y Teresa de Jesús. Sus vidas y obras parecen el modelo de contemplación-acción que mueve los actos de Nazarín.
Por otro lado, Nazarín entrelaza los preceptos del cristianismo con la tradición literaria española de la novela picaresca y cervantina. Para ser más precisos, sigue el legado de Jesucristo y Don Quijote. En cualquier caso, lo esencial del relato es la densidad humana de Nazarín y su concepción de la caridad activa.
La proyección internacional que ha tenido la producción literaria de Benito Pérez Galdósgracias a Luis Buñuel ha sido muy importante. Tres películas de Buñuel: Nazarín, Tristana y Viridiana, se inspiran en obras de Galdós. Las dos primeras basadas en las novelas homónimas de Galdós, y la última extraída lejanamente de una de sus obras menos conocidas, Halma. La admiración de Buñuel por esta obra es manifiesta:
«¡Nazarín es un hombre fuera de lo común y por el que siento gran afecto […] es una novela de su última etapa y no de las más logradas, pero su historia y su personaje son apasionantes, o por lo menos a mi me sugerían muchas cosas, me inquietaban.»
Luís Buñuel
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Benito Pérez Gáldos (Las Palmas de Gran Canaria, 1843-Madrid, 1920). España.
Nacido en Las Palmas de Gran Canaria, el 10 de mayo de 1843, Bénito Pérez Gáldos era el menor de los diez hijos de Sebastián Pérez Macías, teniente coronel del Ejército, y María Dolores Galdós Medina, hija de un antiguo secretario de la Inquisición. Como estudiante de bachiller, en el colegio de San Agustín, Galdós evidenció afición por la música y la pintura. En 1861 escribió sus primeros textos, y un año después inició colaboraciones literarias con el bisemanario El Ómnibus, de Canarias. Al año siguiente se trasladó a la capital española para estudiar derecho en la Universidad de Madrid. Allí realizó colaboraciones con el semanario La Nación y la Revista del Movimiento Intelectual de Europa, y conoció a Francisco Giner de los Ríos, fundador de la Institución Libre de Enseñanza, el cual le alentó en sus propósitos literarios.
Tras sus viajes a París, en 1867 y 1868 (como corresponsal de la Exposición Universal), Galdós profundizó en la obra de Balzac, tradujo a Dickens (Papeles póstumos del club Pickwick); en Madrid, pudo presenciar la abdicación de Isabel II (1868) y el ascenso del progresista general Prim. En 1870, tras conocer a Clarín, Galdós escribió sus primeras novelas de influencia romántica y siguió publicando artículos en La Revista de España, en la cual fueron apareciendo después, por entregas, su segunda y tercera novelas. Posteriormente, también publicaría sus relatos en La Ilustración de Madrid.
Siendo ya director de La Revista de España, desde 1872, Galdós pasará los veranos en Santander, donde, ese mismo año, conocerá a Mesonero Romanos, de cuyo contacto obtendrá mucha información para sus Episodios nacionales. La escena política española era convulsa: asesinado Prim, Amadeo de Saboya subió al poder durante tres años escasos, siendo obligado a abdicar ante la venida de la I República. La situación era propicia para que Galdós se entregara a la escritura de Los Episodios nacionales, que ocupó casi todo su tiempo entre 1873 y 1876, año en que comenzó a escribir sus primeras novelas de trasfondo social. Tras el golpe de Estado de 1875, el resto de su vida transcurrirá ya bajo la reinstaurada monarquía borbónica de Alfonso XII y, tras su muerte (1885), con la regencia de María Cristina de Habsburgo. Después de 1876, Galdós iría escribiendo su ingente producción simultaneando los Episodios, las novelas, los relatos, el teatro y las crónicas.
Galdós trabó estrecha amistad con Emilia Pardo Bazán en 1883, el mismo año en que vio rechazada su candidatura a la Academia Española, tras lo cual inició un viaje, con su amigo José Alcalá Galiano, por Inglaterra y otros países de Europa, al que seguirán otros más por España, Portugal y, de nuevo, Europa, hasta 1887.
En 1887, siendo ya diputado español por Puerto Rico (desde 1885), todavía colonia española, Galdós recibió la noticia de la muerte de su madre y, un año después, de su hermano Sebastián. Al año siguiente, y tras ver rechazada su segunda candidatura para la Academia, Galdós verá aceptada la propuesta de ingreso promovida por un grupo de afines (aunque no ingresará de pleno derecho hasta 1897). Contrariamente, en 1891 no renovó su puesto de diputado por Puerto Rico, tras lo cual se centró en su labor literaria y en estancias cada vez más prolongadas en San Quintín, nombre de la villa santanderina que se había hecho construir en 1890.