Obra de teatro, largo poema o reescritura del caso freudiano, ‘Retrato de Dora’ atraviesa géneros y, a la vez, los trasciende. Lo que define la escritura de Hélène Cixous es su poética, irreductible a toda clasificación. Hay en ella condensación y apertura en su modo de transmitirnos el acto de escribir. La escritura: lo que asedia, acorrala, captura desde un lugar inhóspito e inasible que Cixous ubica en el cuerpo –pues no escribimos sin cuerpo, dirá. La escritura: eso que, a las mujeres, nos ha sido vedado. Hélène se dice ‘un torbellino de tensiones, una serie de incendios, diez mil escenas de violencias’. Dora se dice ‘llena de memoria y desesperación’. ¿Y no nos dicen, acaso, a cada una de nosotras también?
En este libro Dora, la histérica, deviene histórica en un preciso movimiento en el que recupera su lengua singular, rebelde, interpelante. Contra los llamados a silencio que nos caen como flechas, como órdenes, como correctivos, se trata de apropiarnos de ‘esa lengua que hablan las mujeres cuando nadie las escucha para corregirlas’. Ni para desmentirlas, agregaría hoy. La potencia de ‘Retrato de Dora’ no sólo continúa vigente sino que se amplifica en el mundo actual, tan urgido de política, de poética, de escrituras que enciendan pequeños fuegos.
Over de auteur
Hélène Cixous nace en 1937 en Orán, Argelia, en una familia judía con raíces sefaradí por el lado paterno y asquenazí por el lado materno, reuniendo los orígenes alemán, español, checoslovaco y húngaro. Su infancia y adolescencia transcurren en Argelia, en una enriquecedora mezcla de lenguas y culturas, donde por un lado la familia Cixous sufre las consecuencias de las leyes antisemitas de Vichy, y por otro lado la hostilidad de los vecinos ‘árabes’ que los confunden con enemigos ‘franceses’. Esta doble experiencia de despojo y exclusión, simbolizada también por la muerte de su padre en 1948, marca a Hélène Cixous y se convertirá en uno de los motores de su devenir literario: el rechazo de cualquier identidad estable, ya sea como ‘mujer’, como ‘judía’ o como ‘feminista’; y también su compromiso político contra cualquier forma de exclusión, especialmente a través del teatro. La primera ‘novela’ de Cixous, Dedans, recibió el Premio Medici en 1969. Inaugura una obra singular en el panorama de la literatura contemporánea, que incluye hasta el día de hoy más de setenta libros, entre ‘ficciones’ –la etiqueta de novela no se ajusta a su condición transgresora–, ensayos literarios y artísticos, y obras de teatro. Sus ficciones, que constituyen la parte más amplia y lo más importante de su obra, trabajan la lengua francesa de una manera única, al igual que otros grandes autores: Proust, Montaigne o Stendhal, pero también y especialmente Jacques Derrida. En sus últimos trabajos se reconecta con la herencia materna alemana (su madre, Ève Cixous, nació y creció en Osnabrück); 1938, nuites (2019), por ejemplo, revive la funesta ‘Noche de los cristales rotos’, que arrojó luz sobre el inicio del genocidio de judíos europeos por los nazis. Cixous tiene una estrecha relación con el mundo del teatro, en particular a través de su colaboración con Ariane Mnouchkine y el Théâtre du Soleil, para el cual escribe obras que son parte del legado de los grandes trágicos griegos y de Shakespeare. Su primera pieza teatral es Portrait de Dora, dirigida por Simone Benmussa en 1976.