Aunque el original de esta Autobiografía de Ignacio de Loyola quedó archivado durante 150 años, esta obra constituye una pieza importante para entender los Ejercicios espirituales. El fundador de la Compañía de Jesús le dictó esta Autobiografía a su secretario, el padre Gonçalves de Câmara, entre 1553 y 1555.
En su Autobiografía, Ignacio de Loyola explica el origen de su devoción y cómo se fue afianzando cuando una herida de guerra, que por poco no pone fin a su vida, lo obligó a permanecer postrado durante un prolongado periodo y le dio ocasión de leer y meditar sobre dos libros que cambiarían por completo su existencia: «Vita Christi y un libro de la vida de los Santos en romance» (La vida de Cristo del cartujo Ludolfo de Sajonia y el Flos Sanctorum).
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San Ignacio de Loyola nació hacia 1491, en el castillo de Loyola en Azpeitia, Guipúzcoa. Su padre, Bertrán, era señor de Ofiaz y de Loyola, jefe de una de las familias más antiguas y nobles de la región. Y también su madre, Marina Sáenz de Licona y Balda, provenía de la nobleza. Iñigo (ése fue su nombre bautismal) era el menor de ocho hermanos y tres hermanas.
Muy joven luchó contra los franceses en el norte de Castilla. Pero su breve carrera militar terminó el 20 de mayo de 1521, cuando una bala de cañón le rompió la pierna durante la lucha en defensa del castillo de Pamplona de una incursión franco-navarra.
La recuperación fue larga y dolorosa y con resultado negativo al haberse soldado mal los huesos. Entonces decidió volver a operarse y soportando el dolor como una parte más de su condición de hombre puro.
Durante su convalecencia Ignacio leyó los libros La vida de Cristo, y el Flos Sanctorum, y bajo esta influencia su vida cambió.