La vida es sueño, de Pedro Calderón de la Barca (1600-1681), es una obra teatral escrita en el año 1635. En ella su protagonista, el príncipe Segismundo, se cuestiona sobre el sentido de la vida mientras se encuentra en cautiverio.
En esta obra Basilio, erudito rey de Polonia, ve morir a su esposa al dar a luz a su hijo Segismundo. Así este llega al mundo «dando de su condición indicios».
Basilio se convence de que su heredero está maldito. Cree que su desdichado nacimiento es un signo de que en el futuro será un monarca despiadado. Entonces decide explicar que su hijo murió junto con la madre y aislar completamente a Segismundo encerrándolo en una torre.
Sin embargo, al cabo de los años, el rey duda. Y urde una trama para comprobar si su hijo es digno de la libertad o confirmar los peores augurios. Hace liberar a Segismundo y le otorga el trono, luego lo embriagarlo para que el joven no sepa si sueña o está despierto.
Así, en caso de que deba volver al cautiverio, tan solo lamentará que su sueño no fuera más que eso…
Segismundo despierta de pronto en un mundo que ni siquiera sabía que existiera y descubre una identidad que ignoraba. Sumido en el aturdimiento y la inquietud, sospecha de todo lo que ve.
A partir de esta intrincada anécdota, Calderón ofrece así una de las reflexiones más universales sobre la naturaleza de lo real y lo ficticio. Y es que, a pesar de la singular historia del personaje, la confusión y la incertidumbre de Segismundo recuerdan a las de cualquier hombre.
La vida es sueño trata sobre la oposición y la dualidad entre el libre albedrío y la predestinación. Haciendo énfasis en la duda entre los límites de la realidad y el sueño.
El interés por estos temas se justifica, ya que La vida es sueño fue escrita en pleno contexto barroco.
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Pedro Calderón de la Barca (Madrid, 1600-1681)
Calderón de la Barca nació el 17 de enero de 1600, en Madrid, como segundo de cinco hermanos, en el seno de una familia de mediana hidalguía procedente de las montañas cántabras. Su padre fue escribano del Consejo y Contaduría Mayor de Hacienda. La madre murió en 1610 y el padre en 1615. Al parecer, su padre había dejado como voluntad y requisito para que Pedro y sus hermanos heredaran el que siguieran las carreras que él había marcado; a Calderón le estaba destinada la de sacerdote.
Al igual que Lope de Vega, Quevedo y otros literatos, Calderón cursó estudios en el madrileño colegio Imperial de los jesuitas (hasta 1613), y los continuó en las universidades de Alcalá de Henares y Salamanca (hasta 1620), donde, quizá por la exigencia paterna, estudió teología, pero también lógica, retórica, historia y derecho natural y político. Su bagaje cultural era muy amplio, tocado por la escolástica y las ideas existencialistas agustinianas.
Calderón vivió tres reinados (con Felipe III, Felipe IV y Carlos II) durante los cuales se fue desintegrando el poder español y el país quedó cada vez más aislado del escenario internacional, sobre todo a partir de la pérdida de Flandes por la paz de Westfalia, en 1648. Pero no fue tanto así en la creación literaria, ya que Calderón vivió de lleno el Siglo de Oro español, tan prolífico y rico en cuanto a las artes.
Hacia 1620, los hermanos Calderón debieron resolver un litigio relativo a la herencia con la segunda mujer de su padre. Ese mismo año, Calderón de la Barca abandonaría los estudios religiosos e iniciaría sus primeras tentativas literarias con la poesía. Así, participó como poeta en varios certámenes y justas, pero pronto descubriría su atracción por la ‘comedia nueva’ de Lope de Vega, quien debió despertar su fascinación por el teatro.
Calderón desarrollaría la mitad de su producción paralelamente al ascenso del valido conde-duque de Olivares (entre 1621 y 1643), protector de artistas y literatos. Su bautismo teatral se produce, en 1623, con la obra Amor, honor y poder.
Calderón realizará algunos viajes por Flandes e Italia, entre 1623 y 1625, como secretario del duque de Frías. Después, será asiduo escritor de obras para la Corte y para los corrales de comedias. Su prestigio en la Corte fue aumentando, y Felipe IV le otorgó el ingreso como caballero de la orden de Santiago, hacia 1637.
También debió vivir algunos episodios oscuros, como una acusación por violar, junto a su hermano, la clausura de un convento de trinitarias, tema del que no se sabe a ciencia cierta la verdad. Por otro lado, su buena relación con Lope de Vega debió enfriarse hacia 1629, aunque tampoco hay datos fiables sobre los motivos. Se habla de un extraño incidente: un hermano de Calderón fue agredido y, éste al perseguir al atacante, entró en un convento donde vivía como monja la hija de Lope.