En Mayo del cuarenta y cinco, la activista Boti García Rodrigo nos sorprende con la narración de su niñez madrileña, una etapa llena de colorido y colmada de afectos. El relato de estos años de continuo descubrimiento está estructurado en una serie de capítulos muy breves que, pese a su naturalidad y aparente ligereza, envuelven momentos de desconcierto, miedo y emoción. También de felicidad.
Unas memorias que empiezan cuando en nuestro país se ha impuesto la hostilidad de los vencedores de la Guerra Civil, y la infancia se construye en un marco asfixiante para todas las libertades. Las meriendas de pan con chocolate, los sábados en el Retiro o la lectura del TBO se suceden entre tensiones familiares, una estricta educación religiosa y la inquietud por la dictadura.
En palabras del escritor Eduardo Mendicutti, que firma el prólogo del libro, estamos ante un 'texto ajustado, vivaz y delicado que desprende el irresistible encanto de una risueña lealtad a lo que Boti siempre ha sido: un modelo de compromiso y solidaridad’.
O autorze
Boti García Rodrigo, hija de canaria y valenciano, nació en Madrid un caluroso 30 de mayo de la primera mitad del siglo pasado, en su casa familiar. La Universidad Complutense de Madrid expidió en diciembre de 1969 su Título de Licenciado (sic) en Filosofía y Letras. Ha sido profesora, funcionaria de Justicia, jubilada y ahora está al frente de la Dirección General de Diversidad Sexual y Derechos LGTBI del Ministerio de Igualdad. Se define como madrileña enamorada de Madrid, maleante, peligrosa social y orgullosa y pertinaz activista por los derechos de las personas LGTBI.