Del prólogo de Cristina Narbona: 'Este libro que está usted a punto de leer refleja una época turbulenta y llena de contradicciones tanto en España como fuera de ella. Pertenece a un período en el que Concha Espina se manifestó en la vanguardia de los ideales de libertades públicas y derechos civiles republicanos. Un período en el que la escritora santanderina se distinguió por su reivindicación de la igualdad de la mujer, reivindicación en la que algunos y algunas todavía estamos comprometidos por quedar tanto aún por hacer.
'En su periplo americano se produce un encuentro entre distintas culturas, de manera especial entre mujeres de distintas culturas. Podemos hablar, por tanto, de un texto que ilumina la relación existente entre mujeres españolas, cubanas y estadounidenses, con sus muy diversas maneras de entender el mundo y de afrontar un mismo conflicto, pues la presencia de la mujer en la vida pública de una sociedad moderna y su modo de participación en igualdad en la misma, eran, y aún son, a pesar de los progresos, un conflicto pendiente de resolver en demasiadas latitudes.
'Aunque hoy, tras un siglo de profundísimas transformaciones en España, Europa y gran parte del mundo, puedan parecer a veces tibios los posicionamientos progresistas de Concha Espina, lo cierto es que algunas de sus actitudes personales y los pensamientos de sus obras resultaron en su momento, allá por los años 20 y 30, enormemente atrevidos’.
O autorze
Concha Espina (Santander, 1869-Madrid, 1955). Escritora profesional en un tiempo en que pocas mujeres lo eran, fue laureada con los más altos galardones nacionales en los distintos géneros literarios que frecuentó dentro del periodismo, la narrativa, la lírica o el teatro. La esfinge maragata (1914) recibió el Premio Fastenrath de la Real Academia Española; El Jayón (1916), el Premio Espinosa y Cortina, y Tierras del Aquilón (Viajes) (1924), el Premio Castillo de Chirel de la misma RAE; Altar mayor (1926), el Premio Nacional de Literatura de 1927; Un valle en el mar (1949), el II Premio Miguel de Cervantes Saavedra de Periodismo concedido por el entonces Ministerio de Información y Turismo. Alfonso XIII la condecoró con la Orden de la Damas Nobles de María-Luisa en 1927. En 1948 el pueblo de Mazcuerras, que pasó a llamarse oficialmente Luzmela en homenaje a su primera novela: La niña de Luzmela, le impuso la cruz de Alfonso X el Sabio. En 1950 recibió la Medalla de Oro al Mérito del Trabajo, nacional, y en 1954, la Medalla de Oro del Mérito Provincial, de Santander. Su enorme proyección internacional la llevó a obtener el título de miembro honorario de la Hispanic Society de Nueva York en 1925. En 1938 fue asimismo nombrada miembro de honor de la Academia de Artes y Letras de Nueva York. En lo más alto de su carrera, resultó candidata al Nobel de Literatura en tres ocasiones: 1926, 1927 y 1928.