El Diario de a bordo de Cristóbal Colón —transcrito por Bartolomé de las Casas— nos descubre a un personaje fascinante y contradictorio, que pasa del entusiasmo a la desconfianza o a las especulaciones geográficas más aventuradas (la confusión, por ejemplo, de Cuba por Cipango, el nombre que los europeos daban a Japón durante el Medioevo).
Sin embargo, aunque en su persona se mezclen la maravilla ante el mundo desconocido, el piadoso deseo de evangelizar a los «salvajes» y una manifiesta avidez de riquezas, Colón fue un explorador y un navegante increíblemente visionario.
Ninguna aventura en la historia ha sido más crucial que la llegada de la carabela Santa María a las Américas en 1492. Este acontecimiento supuso un extraordinario ensanchamiento del mundo. Para algunos incluso el comienzo de lo que hoy llamamos globalización y el encuentro de dos mundos que se ignoraban.
Pero, ¿cómo se le ocurrió a Cristóbal Colón el insensato proyecto de llegar a Oriente por Occidente? Y, sobre todo, ¿cómo consiguió convencer a los Reyes Católicos para que financiaran la aventura? ¿A pesar de la incredulidad y de las reservas de los políticos y los científicos de la época? El Diario de a bordo de Colón nos relata las vivencias de su hazaña.
O autorze
Hijo de Domenico Colombo y Susana Fontanarossa. Se sabe poco de su infancia pues la Historia del almirante, escrita por su hijo Hernando, mezcla hechos imaginarios y reales.
En 1470 su familia se trasladó a Savona y emprendió continuos viajes comerciales. Por entonces, el joven Cristóbal se aficionó a la cartografía y empezó a vender cartas geográficas confeccionadas por él.
Navegaba con menos de veinte años y su formación marinera era autodidacta. Influido por Marco Polo, Colón pensaba que podía alcanzar Catay y Cipango (China y Japón) dirigiéndose a occidente y animado por esta hipótesis presentó su idea a Juan II de Portugal, sin que llegasen a alcanzar un acuerdo.
En 1489 la reina Isabel lo llamó a su corte. Tras negociaciones que estuvieron a punto de fracasar, Colón zarpó del puerto de Palos de Moguer el 3 de agosto de 1492. Le concedieron los títulos de almirante, virrey y gobernador de las nuevas tierras que conquistara. Descubrió algo más que el Nuevo Mundo, mostró que Europa desconocía dos tercios de la superficie terrestre.