Las primeras etapas del pensamiento filosófico de Iris Murdoch, una escritora excepcional en el panorama intelectual del siglo XX.
Existe en nuestra época un vacío grave y creciente sobre cuestiones morales: por primera vez en la historia, el ser humano siente la pérdida de la religión como consuelo y guía. Hasta hace poco, varios sustitutos se perfilaban como posibilidad en el horizonte: el comunismo, el pacifismo, el internacionalismo… Pero el hecho de que hayan fracasado no invalida la gran paradoja que la situación plantea: necesitamos elaborar teorías sobre la naturaleza humana y, aunque ninguna lo explica todo, es el deseo de explicarlo todo lo que da impulso a la teoría. Murdoch consideraba que necesitamos un refugio que nos ampare del frío campo abierto del empirismo benthamiano: un marco, una estructura, una casa de teoría. También tenía claro que el enemigo de la libertad está en la fantasía, en el mal uso de la imaginación, algo inexorablemente natural en los seres humanos y contra lo cual la «razón pura» tiene poco que hacer. De este modo, aunque la ética y la estética no sean la misma cosa, el arte se postula como la gran vía de acceso hacia la moral.
En estos ensayos destacan además sus reflexiones sobre el movimiento socialista en el Reino Unido y sobre figuras tan decisivas como Simone Weil, T. S. Eliot o Elias Canetti.
O autorze
Iris Murdoch (Dublín, 1919-Oxford, 1999) estudió en la Badminton School de Bristol y se licenció en Lenguas Clásicas en la Universidad de Oxford. También cursó estudios de Filosofía en Cambridge, donde tuvo como maestro a Ludwig Wittgenstein y publicó el primer estudio en inglés sobre Jean-Paul Sartre. Fue autora de una extensa y variada obra que consta de veintiséis novelas y multitud de poemarios, ensayos y piezas teatrales. En 1997 fue galardonada con el Golden Pen Award como reconocimiento a toda su carrera.