«Que encontremos algunas plantas y flores torpes o desafortunadas no significa que estén completamente desprovistas de sabiduría e ingenio. Todas ellas, en efecto, se aplican en culminar su obra, y todas tienen la magnífica ambición de invadir y conquistar la superficie terrestre multiplicando hasta el infinito la forma de existencia que representan. Para conseguirlo, y a razón de la ley que las encadena al suelo, deberán vencer dificultades mucho mayores que las que desafía la multiplicación de los animales. Así, la mayoría de ellas deben recurrir a artimañas, combinaciones, mecanismos y trampas que, en el ámbito de la mecánica, la balística, la aviación o la observación de los insectos, a menudo sobrepasan las invenciones y los conocimientos del ser humano.»
La inteligencia de las flores es uno de los textos más sorprendentes sobre el mundo natural y la relación entre el hombre y la naturaleza. Un libro en donde la observación científica va acompañada del asombro, y el misticismo está anclado en la experiencia. Un canto poético a la naturaleza que vuelve a colocar al hombre en el lugar que le corresponde en el mundo: a la par de todos sus habitantes.
O autorze
Maurice Maeterlinck (1862-1949) fue un dramaturgo, poeta y ensayista belga. Figura emblemática del simbolismo, se le sigue recordando hoy en día por su melodrama Peleas y Melisande (1892), obra clave del teatro simbolista que Claude Debussy musicó en 1902; su obra infantil El pájaro azul (1908) y su ensayo de temática científico naturalista La vida de las abejas (1901), libro fundamental de su ciclo de ensayos La vida de la naturaleza, compuesto, asimismo, por La inteligencia de las flores (1907), La vida de las termitas (1926), La vida del espacio (1928) y La vida de las hormigas (1930). La inteligencia de las flores constituyó una pieza decisiva en la obra de Maeterlinck para la obtención del Premio Nobel de Literatura en 1911.