Dos mujeres (1842-1843) es la segunda novela que escribió Gertrudis Gómez de Avellaneda. En esta obra la autora aborda algunos de los principales temas que protagonizan las grandes creaciones novelísticas del siglo XIX: matrimonios concertados, adulterio, educación femenina y papel de la mujer en la sociedad decimonónica, temas por excelencia de las grandes novelas del realismo-naturalismo español y europeo.
La novela Dos mujeres introduce el punto de vista femenino acerca del adulterio y la posibilidad de divorcio, al centrar el conflicto entre dos mujeres que luchan por la posesión de un hombre.
Gómez de Avellaneda plantea un sencillo argumento en el que dos mujeres de muy distinto temperamento y formación —Luisa, prototipo del ideal femenino de la época, y Catalina, mujer nueva, que guía su propia forma de vivir— se enamorarán perdidamente de Carlos, hombre inadecuado para ambas, pues será incapaz de corresponder con la misma intensidad con que es amado por ellas, y causará, por consiguiente, la infelicidad tanto de Luisa como de Catalina.
Ambos personajes, aunque opuestos en educación y trayectoria vital, son presentados por la autora como mujeres conscientes en todo momento de la autenticidad de sus sentimientos, capaces de luchar por conservar su amor y de tomar una resolución, equivocada o no, que ponga fin a esa desdichada situación en que se encuentran.
En Dos mujeres Gertrudis Gómez de Avellaneda reflexiona sobre su propia experiencia, sus circunstancias y su estado emocional. La novelista cuestiona el mundo que le rodea y vierte en sus creaciones unas reflexiones, pensamientos y creencias personales moldeadas bajo el ropaje del ideario estético romántico.
Sobre o autor
Gertrudis Gómez de Avellaneda (Camagüey, 1814-Madrid, 1873). Cuba.
Era hija de un oficial de la marina española y de una cubana. Escribió novelas y dramas y fue actriz. Estudió francés y leyó mucho, sobre todo autores españoles y franceses. Tras una corta estancia en Burdeos, vivió un año en La Coruña y después en Sevilla, donde conoció a Ignacio Cepeda, con quien tuvo un romance. Por esta época ejerció el periodismo y estrenó su primer drama. Su creciente prestigio literario le permitió establecer amistad con Espronceda y Zorrilla. Poco después se casó con Pedro Sabater, quien murió tres meses más tarde.
Tras un retiro conventual, la Avellaneda volvió a Madrid y, entre 1846 y 1858, estrenó al menos trece obras dramáticas. Hacia 1853 quiso entrar en la Academia Española, pero se le negó por ser mujer. En 1855 se casó con el coronel Domingo Verdugo, conocida figura política que en 1858 fue víctima de un atentado. Más tarde éste fue nombrado para un cargo oficial en Cuba. Entonces la Avellaneda dirigió en La Habana la revista Álbum cubano de lo bueno y de lo bello (1860).
Su marido murió en 1863 y ella se fue a los Estados Unidos. Estuvo en Londres y París y regresó a Madrid en 1864.
Durante los cuatro años siguientes vivió en Sevilla. Utilizó el seudónimo de La peregrina.