Ambientada en las ondulantes colinas e inhóspitas playas de arena y guijarros de la costa sur de Inglaterra, esta inquietante novela describe una sociedad en la que la insulsa conformidad domina con terror el día a día. Grupos violentos deambulan por el país destruyendo la cultura, atacando brutalmente a quienes se resisten a la purga, aislándolos para que borren sus recuerdos. «Ellos» no tienen gobierno, ni credo, ni piedad; son crueles y bárbaros. Aborrecen el arte, las emociones, los sentimientos, roban novelas y pinturas, queman partituras y poemas.
Un pequeño grupo de artistas e intelectuales disidentes intentará sobrevivir y seguir creando furtivamente, eludiendo los escalofriantes actos de la misteriosa turba. La resistencia se ejercerá por medio de diminutos actos individuales de desafío, de arte, de belleza: «Representamos un peligro. El inconformismo es una enfermedad. Somos posibles fuentes de contagio».
Publicada por primera vez en 1977, la reedición en el mundo anglosajón de esta joya de la narrativa distópica ha vuelto a reivindicar la obra de Kay Dick, una de las voces más modernas y originales de su época.
Sobre o autor
Kay Dick (Londres, 1915 – Brighton, 2001) fue escritora y editora. Formada en Londres y Ginebra, trabajó en la carismática librería Foyles y se convirtió en la primera mujer en dirigir una editorial inglesa, P.S. King & Son. Fue colaboradora de prestigiosos medios como el New Statesman, The Times, The Spectator y Punch, además de ser editora de la revista literaria The Windmill bajo el seudónimo de Edward Lane. Dick escribió cinco novelas, entre las que destaca Ellos (1977), galardonada con el South-East Arts Literature Prize. La obra ha sido redescubierta recientemente y calificada de obra maestra. Dick vivió más de dos décadas en Hampstead con su pareja, la novelista Kathleen Farrell. Después se mudó a Brighton, donde vivió hasta su muerte en 2001.
«Ser escritor, pintor, compositor es un acto extremadamente valiente, porque estás solo, en el limbo, totalmente desprotegido, sin mucho aliento, impulsado sólo por una convicción y una fuerza interiores, y la disciplina es sólo tuya». Kay Dick