‘Sherlock Holmes era un hombre que rara vez hacía ejercicio físico por el puro placer de hacerlo. Pocos hombres eran capaces de un esfuerzo muscular mayor, y resultaba, sin duda alguna, uno de los más hábiles boxeadores de su peso que yo he conocido; pero el ejercicio corporal sin una finalidad concreta lo consideraba como un derroche de energía, y era raro que él se ajetrease si no existía alguna finalidad de su profesión a la que acudir. Cuando esto ocurría, era hombre incansable e infatigable. Resultaba digno de notar que Sherlock Holmes se conservase muscularmente a punto en tales condiciones, pero su régimen de comidas era sobrio, y sus costumbres austeras. Salvo que, de cuando en cuando, recurría a la cocaína, Holmes no tenía vicios, y si echaba mano de esa droga era como protesta contra la monotonía de la vida, cuando escaseaban los asuntos y cuando los periódicos no ofrecían interés’.
Despre autor
Arthur Conan Doyle (1859-1930) nació en Edimburgo, la capital escocesa y murió en Sussex, condado de Inglaterra. Estudió en Stonyhurst antes de ingresar en la Universidad de Edimburgo, donde siguió la carrera de medicina. Pertenecía a una familia de raigambre católica por eso su educación preuniversitaria la cumplió en un colegio jesuita. Luego de algunas prácticas y viajes por mar como médico de la marina mercante, Conan Doyle estableció su consulta en Southsea. Con la práctica de la medicina despuntan aficiones y aptitudes científicas: el espíritu de observación, el análisis lógico y deductivo, la inclinación a comprobar los hechos sin apriorismos dogmáticos. Por ello cabe inferir que esta formación científica añadida a la humanística y puramente literaria tuvo gran influencia en los rasgos esenciales de sus más famosas criaturas de ficción: Sherlock Holmes y el profesor Challenger.