A Lowell Lake le va cada vez peor. Tiene un matrimonio mal avenido, un trabajo sin ninguna proyección, fracasó como novelista y hasta se mudó a Nueva York solo para arrepentirse de inmediato. Él ni siquiera intuye que su vida es una desopilante colección de malas decisiones, pero ninguna superará la de comprar, en la zona más pobre de Brooklyn, una mansión en ruinas con la intención de devolverle su antiguo esplendor. Lowell Lake quiere tener una vida plena y está dispuesto a todo (incluso a matar) para lograrlo.
Solo un escritor con el talento de L. J. Davis podía crear a uno de los personajes más pusilánimes de la literatura norteamericana y hacerlo brillar en una comedia negra que se lee como un thriller existencial.
‘Davis tiene un infalible dominio del ritmo, del buen gusto, de la moderación. Ha escrito pasajes maravillosos sobre Nueva York y posee un ojo implacable para el detalle revelador. Un autor de indiscutible talento, que es gracioso en los momentos oportunos, con una perspicacia tan brutal como cómica’ (The New York Times).
‘Davis posee un elegante sentido del humor y una visión lúcida sobre quienes creen que la vida consiste en mera acumulación’ (Paula Fox).
‘El libro más divertido que leí en mi vida’ (Jonathan Lethem).
Despre autor
L. J. Davis nació en Seattle el 2 de julio de 1940, se crió en Boise, Idaho, y luego de graduarse como historiador en la Universidad de Stanford se mudó a la ciudad de Nueva York. Fue escritor y periodista. Entre 1968 y 1974, publicó cuatro novelas: Whence All But He Had Fled, Co wboys Don't Cry, A Meaningful Life (Una vida plena) y Walking Small. En 1975, ganó una beca Guggenheim para escribir ficción, pero abandonó su carrera de novelista para dedicarse enteramente al periodismo. Fue colaborador de The New York Times, Mother Jones y Harper's, entre otras publicaciones, y escribió libros de no ficción sobre temas de finanzas y economía.
Como el protagonista de Una vida plena, Davis compró y remodeló una casa en un barrio pobre de Brooklyn. Allí vivió hasta su muerte, en abril de 2011. En sus últimos años de vida gozó de un inesperado reconocimiento como novelista, gracias al impulso de Jonathan Lethem, amigo de infancia de uno de sus hijos y gran admirador de su obra.