Los terraplanistas que salieron a las calles durante la pandemia de covid-19 han tenido alguna razón al proclamar que el mundo es plano. La homogeneidad generalizada que Hannah Arendt nombró como la ‘perversión de lo igual’, es un pilar del orden simbólico del capitalismo tardío. Ese aplanamiento de todo lo existente está signado por una adoración del número que hace del mundo una realidad homogénea, sin cualidades, sin relieves, y sobre todo sin excepciones. Por lo tanto, maleable de forma ilimitada según los designios de la gestión poblacional. Pero el poder de la modernidad presenta un paradigma post-político, consumando lo que Aldous Huxley llamó ‘la revolución definitiva’, el punto de llegada a un modelo de orden mundial que ya no admitiría ser cuestionado, y en el que al anhelo de dominio se satisface sin el recurso a la autoridad.
Despre autor
Es psicoanalista, miembro de la Escuela de la Orientación Lacaniana (EOL) y de la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP). Es autor de La pulsión de muerte, el lenguaje y el sujeto (Ediciones El Otro, 1996), Psicoanálisis en el hospital: el tiempo del tratamiento (Grama, 2009), La condición femenina (Grama, 2011), Intervención sobre el Nombre del Padre (Grama, 2014), La madre (Grama, 2018), La condición perversa (Grama, 2020), y Matrimonio (Grama, 2021). Es docente de la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires, de la Maestría en Psicoanálisis de la Universidad Nacional de San Martín, y del Instituto Clínico de Buenos Aires.