Tomemos, pues, cierta distancia, entrecerremos los ojos en busca de una visión algo borrosa, y entonces gozaremos de excelentes cuadros impresionistas de aquella Lima con sus calles y portales poblados de osados aventureros, mano de obra desocupada a la espera de la oportunidad soñada que los hará medrar, del ambiente en la recién fundada Santa Cruz de la Sierra, en la legendaria Villa Rica de Potosí, en Asunción o en las arduas marchas entre una y otra, el cuadro recargado de tintas tenebrosas de los retorcidos ardides de los que se valió el pérfido obispo de la Torre para prender al gobernador Cáceres en plena iglesia y tantos otros cuadros que el lector descubrirá por su cuenta, enhebrados en sabrosos documentos de la época, que nos harán revivir cada uno de esos momentos, con sus convincentes colores individuales. En cuanto a la propia urbanidad en el río de la Plata, tenemos más en claro lo que ocurre desde el desembarco de Mendoza hasta que se llevó a cabo el despoblamiento en 1541, y desde la fundación de Garay en adelante en 1580. Pero qué poco sabemos de lo que pasó durante esa larga noche de 39 años. Este libro nos ofrece una excelente oportunidad de averiguarlo, durante esa noche el rol de mantener viva la llama de la urbanidad por estas comarcas estuvo a cargo de Asunción. Ejemplo de tenacidad urbana notable, que se hizo ver claramente en ese momento en que la estrella de Buenos Aires estuvo completamente apagada, pero con su rescoldo preservado mil kilómetros ríos arriba. Desde allí hubo de venir el repoblamiento. Invito al lector a internarse, como lo haré yo mismo por enésima vez, en este fascinante cuento de cómo empezó Buenos Aires, dejándonos llevar por los no menos atractivos subcuentos y subcuentos de éstos, que nos propone el autor a cada vuelta de página.
Despre autor
Paul Groussac