Francisca Josefa del Castillo y Guevara (Nueva Granada, 1672-1714), escribió Su vida. Esta es una obra de carácter místico, que además de tener como antecedente las obras de Santa Teresa de Ávila, encuentra sus raíces en otros textos de mujeres religiosas.
Aún cuando su obra no es extensa, su legado es importante desde la época colonial, al mostrarse como una de las máximas representantes de la literatura mística.
Desde pequeña, Josefa del Castillo evidenció su gran vocación religiosa mediante su interés por las obras de sor Juana Inés de la Cruz y Santa Teresa de Jesús, quienes influirían en su producción literaria en la adolescencia.
Su vida fue escrita por sugerencia de su confesor, el padre Diego de Tapia, en el Real Convento de Santa Clara de la ciudad de Tunja. En general, las monjas escribían una «autobiografía» de sus experiencias místicas desde los más profundos padecimientos hasta las visiones que tenían, por sugerencia de sus guías espirituales.
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Josefa del Castillo(1671-1742) fue una religiosa nacida en Tunja que ocupó el cargo de abadesa, maestra y portera del convento de Santa Clara en la misma ciudad. Dentro de la sociedad colonial su familia ocupó una destacada posición social, pues su padre ejerció el oficio de teniente de minas de la ciudad y su madre provenía de descendencia hidalga.
Su legado es importante para el estudio de la sociedad religiosa neogranadina, pues a partir de sus escritos místicos y religiosos es posible conocer la vida conventual en el periodo colonial, los ideales de buen comportamiento y las vivencias de las religiosas en clausura.