La revelación bíblica, al afirmar que Dios se ha hecho rostro y que el hombre es imagen de Dios, ha privilegiado el rostro humano.
Sin embargo, hoy, la ‘muerte de Dios’ amenaza esa faz humana despreciada por los totalitarismos y el anonimato de las grandes ciudades. Incluso el arte contemporáneo parece olvidarse de su representación.
De ahí la urgencia de una reflexión sobre el rostro que se abre a la eternidad, a lo inagotable, y que nos conducirá al ‘rostro de los rostros’, el de Dios hecho hombre, para permitirnos descifrar en él la faz humana y el icono del hombre deificado. Además, todo rostro, por desgastado o destruido que esté, a poco que nosotros lo veamos con la mirada del corazón, se nos revela lejos de la repetición, único e inimitable.
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Olivier Clément, uno de los testigos más fecundos de la Ortodoxia en Occidente, es profesor en el Instituto de Teología Ortodoxa (Instituto de Saint-Serge de París), miembro del Instituto Ecuménico de París y figura entre los fundadores de la Fraternidad Ortodoxa en Europa occidental.