Si no se me quiere reconocer ningún logro positivo en esas dos mil páginas de guerra de Die Fackel -un fragmento de lo que me vedaron los obstáculos técnicos y estatales-, en todo caso se me tendrá que acreditar que rechacé sin esfuerzo día a día las asquerosas proposiciones del poder al espíritu: sostener mentira por verdad, injusticia por derecho, y rabia por razón. ¡Pues no hubo valor como el mío, ver al enemigo en posiciones propias! Y a quien no conoció el miedo ante el poder en acción, a él y sólo a él corresponde no tener compasión ninguna ante el poder quebrantado. Y eso que el estado de ánimo con que le hice cara a la de tan alta autoridad subalterna fue siempre a través de toda tristeza, de todo dolor y todo escarnio, una invencible serenidad. Y dar semejante testimonio ya es bastante sacrificio. Pues, ¿dónde podría hallarse una obstinada resistencia más dura que la de tener que reírse cuando uno quisiera salir corriendo a sollozar en el último bosque, al que no se haya llegado a fumigar todavía este destino organizado?, ¿que la de mantenerse incapaz de creer en la gloria de una gloria que paseaba por un mundo vuelto hambre, miseria, andrajos y piojos con sus laureles en la mochila?, ¡dónde más que en sostenerse en el sitio, rodeado de un complot miserable de matarifes y mangantes que emborrachaban a un pueblo invitándola a hacer honor de un vino de batalla hasta darle golletazo, y que se lo daba para desplumarlo!
Giới thiệu về tác giả
El 1 de abril de 1899 Karl Kraus (1874-1936) publicó en Viena el primer número de Die Fackel (La Antorcha). Hasta 1935 aparecieron novecientos números. Die Fackel forma parte de la historia de Viena, de Austria y de Europa, pero también de nuestro presente. Como escribe el editor de la presente antología, José Luis Arántegui, por sus páginas desfilan naderías de capital más bien excéntrica y provinciana, cocheros con aire de marqués y marqueses populacheros en tarde de carnaval, máscaras antigás, putas, Shakespeare, abrigos de castor robados en un café, emperadores y alambradas, obras maestras y mercenarios de la literatura del siglo xx, melodías de organillo callejero, Sigmund Freud, folletos de propaganda de una enciclopedia, pequeñeces, en una palabra, y otra, y otra, hasta formar un diario íntimo del Apocalipsis. Pero el interés que su relectura suscita no está motivado por la singularidad de sus temas y nada debe al costumbrismo. Kraus supo alcanzar siempre lo universal en lo particular, lo grande en lo pequeño, ver en la rama el bosque y hacérnoslo ver a nosotros. El mismo señaló: ‘Lo que vive del tema, muere con él. Lo que vive en el lenguaje, vive con él’. El lenguaje es el mundo de este gran satírico, apocalíptico se le ha calificado, en el que surge, casi como por encantamiento con la fuerza de una palabra acertada y torrencial, el estercolero en el que, sin embargo, descubre Kraus, en ese mismo lenguaje, la posibildiad y la dificultad de la dignidad humana.
La presente antología recoge una selección de los textos de Kraus aparecidos en Die Fackel. José Luis Arántegui ha seleccionado los textos, los ha traducido y anotado, además de añadir un breve estudio sobre Kraus y una biografía sumaria.