Kate vive a las afueras de Norwich, al este de Inglaterra con su marido y sus hijos. Siempre supo que iba a ser escritora, y sus padres le compraron una máquina de escribir cuando cumplió seis años. Sus primeras historias eran sobre ponis o el espacio exterior, pero a los doce años descubrió las novelas románticas y decidió que lo que quería hacer era escribir este tipo de historias. Después de licenciarse en lengua inglesa, Kate empezó a trabajar como contable, aunque odiaba este trabajo. Todos los clientes le preguntaban por qué no trabajaba como relaciones públicas, por lo que se dedicó al márketing durante los siguientes 10 años. En el intermedio se preparó para dos exámenes profesionales, y Kate continuó escribiendo historias cortas y novelas. Su marido la apoyó en cada paso que daba, incluso le compró su primer ordenador. Cuando nació su hijo Chris en 1997, Kate decidió trabajar como free-lance para poder dedicarle tiempo a su bebé. Se hizo periodista de salud y editora, pero nunca perdió su pasión por escribir novela romántica. Cuando Kate estaba embarazada de su hija, su marido le hizo combinar sus dos pasiones: escribir novelas románticas de médicos. Cuando no está escribiendo novelas románticas, cuida de los niños o recauda fondos para el colegio de sus hijos y para la investigación contra el cáncer.