Kendall podía ver la pantalla de televisión. Había una fotografía del gobernador Frank Reynolds. En la parte inferior de la pantalla, el teletipo anunciaba en grandes letras negras «Gobernador Reynolds asesinado». La voz en off estaba informaba los pormenores disponibles.. Aparentemente su cuerpo había sido descubierto temprano esa mañana. Lo habían encontrado tendido en su garaje. Le habían disparado dos veces. Un disparo en la parte superior del cofre y el otro en el hombro. ‘La policía cree que el arma utilizada era una pistola de 9 mm’, dijo el periodista. Kendall se congeló. Anthony Shaw también había sido asesinado por una bala de 9 mm. Kendall no estaba muy seguro de lo que significaba todo. ¿Qué conexión había entre Anthony Shaw y el gobernador del estado, y el magnate de los negocios, Ian Duncan ?. ¿Y qué pasaba con el Senador Mackenzie? ¿Dónde encajaba? ¿Y quién o qué era Latimer? Hasta hace poco tiempo, Kendall era un detective privado de poca monta, que investigaba un pequeño asesinato insignificante sin pistas, sin testigos y sin motivo. De hecho, no había nada. Ahora tenía tantas piezas de rompecabeza que no sabía cómo se ajustaban. Ni siquiera sabía si todas correspondían al mismo rompecabezas.
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