En la luz menguante de lo que alguna vez fue una bulliciosa metrópolis, Alex Mercer se encontraba en lo alto de los restos de un rascacielos destrozado, con los ojos fijos en el horizonte. El cielo, pintado en tonos de naranja intenso y rojo sangre, daba testimonio silencioso de la locura que se había desarrollado. Tres senderos distintos, como los dedos de un dios iracundo, se extendían hacia arriba desde tierras distantes, marcando el ascenso de las ojivas nucleares lanzadas por las superpotencias del mundo: Estados Unidos, Rusia y China.
Alex, un antiguo explorador urbano convertido en superviviente reacio, siempre había sentido fascinación por los esqueletos de la civilización. Ahora, el mundo mismo se estaba convirtiendo en una ruina grande y desolada. Las explosiones fueron distantes, pero el mensaje era claro: la arrogancia de la humanidad finalmente había culminado en su locura definitiva. Mientras la onda expansiva inicial de los lanzamientos reverberaba a través de los cañones huecos de hormigón y acero, Alex pudo sentir los temblores del comienzo de una nueva era.
El pánico había estallado en las calles de abajo. La gente luchaba en una danza frenética de supervivencia, saqueando tiendas, secuestrando automóviles y pisoteándose unos a otros en un intento desesperado por encontrar refugio. El fino barniz de la sociedad, mantenido durante tanto tiempo por la promesa de orden, se había quemado en apenas unos momentos. En el caos, Alex permaneció como una isla de extraña calma, no por indiferencia sino por una profunda resignación de que el mundo que una vez conocieron estaba irrevocablemente perdido.
Mientras el cielo nocturno ardía con las consecuencias de la ira de la humanidad, Alex descendió de su posición, decidido a navegar en el caos. Sabían que la verdadera lucha estaba por delante, no sólo la lucha contra las inevitables consecuencias y el colapso del medio ambiente, sino la batalla por el alma de la humanidad, mientras los restos del mundo se enfrentaban entre sí para sobrevivir.
Y así, con el corazón apesadumbrado y una voluntad firme contra la oscuridad que se avecinaba, Alex partió hacia las ruinas. La historia de su supervivencia aún estaba por escribirse, pero sería una historia no sólo de resistencia, sino también de la búsqueda de esperanza entre las cenizas.
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