El lector tiene frente a sí un libro que puede señalarse entre los más notables de la trayectoria narrativa de Unamuno, en donde nos ofrece sus mejores frutos en su ejercicio narrativo y una atenta reconsideración de la fe y el catolicismo. En todo caso, las convicciones que abrigó a lo largo de su vida sobre el arte de la novela alcanzan uno de sus mejores momentos.
Sobre el autor
Miguel de Unamuno nació en Bilbao el 29 de septiembre de 1864. Entre 1880 y 1884 estudió Filosofía y Letras en la Universidad de Madrid, época durante la cual leyó a T. Carlyle, Herber Spencer, Friedrich Hegel y Karl Marx. En 1891, después de varios intentos, ganó la cátedra de Lengua y Literatura Griega en la Universidad de Salamanca, donde también impartió Historia de la Lengua Castellana y fungió como rector.
Su formación fue la de un verdadero erudito.Tuvo una amplísima cultura antigua y moderna, filológica, literaria y filosófica. Cultivó con rigor, gracia y gran estilo la novela, el ensayo, la poesía, la dramaturgia y el periodismo. Y es considerado una de las personalidades más destacadas de la literatura española del siglo XX y principal exponente de la Generación del 98.
Siempre fue un hombre inquieto y rebelde, paradójico y contradictorio, ferozmente individualista, luchador contra todo, en guerra consigo mismo, acosado de dudas religiosas y existenciales, y en una continua tensión que no le permitió encontrar nunca la paz. Pero, sobre todo, fue un pensador de altos vuelos que llegó a formular ideas y teorías que fueron bien acogidas por el entorno filosófico de toda Europa.
Escribió obras de todo género, y entre ellas están: Del sentimiento trágico de la vida, La Tía Tula, Abel Sánchez, San Manuel Bueno, mártir,
Vida de don Quijote y Sancho, En torno al casticismo, Romancero del destierro, El cancionero póstumo, El Cristo de Velázquez.