Para introducir esta publicación me haré ayudar por dos párrafos extraídos de relatos de Ivo Andric –premio Nobel de literatura en 1961 y narrador de la historia de una tierra, Bosnia, confluencia de culturas, intersección de viajes, amalgama de diversidades y laboratorio de su convivencia. Las dos citas evidencian, respectivamente, la imagen del sendero y aquélla del puente, ambas pertinentes para el recorrido de investigación, experimentación e intervención documentado en este volumen.
El sendero. “Al comienzo de todos los senderos y de todos los recorridos, en el origen del pensamiento mismo sobre ellos está, fuerte e indeleblemente grabado, el sendero a lo largo del cual por primera vez he comenzado libremente a caminar. Ha sido (…) sobre caminos
duros, irregulares como si estuvieran roídos, donde todo es árido y desolado, sin belleza, donde un trago amargo, que el hombre nunca ha digerido, vuelve a la garganta a cada paso, donde el calor y el viento, la nieve y la lluvia devoran la tierra y la semilla en la tierra, y donde todo lo que logra de todas maneras germinar y nacer está tan marcado, plegado y retorcido que, si fuera posible, se lo podría volver a plantar en otro terreno sólo para restituirlo a la obscuridad sin formas de la cual había surgido. Son infinitos los senderos que como hilos y cordones forman arabescos en las montañas y declives alrededor de la ciudad, confluyen en la calle blanca o se desvanecen cerca del agua y en los pequeños sauces verdes. El instinto de los hombres y de los animales ha trazado esos senderos y la necesidad los ha consolidado. Aquí es difícil tanto partir como irse y volver. Aquí uno se sienta en una piedra y se repara debajo de un árbol, en un sitio desnudo o en una sombra incierta, para un poco de reposo, para rezar o para contar lo que se ha ganado. En estos senderos que el viento barre y la lluvia lava y el sol infecta y desinfecta, donde se encuentran sólo animales sufrientes y hombres taciturnos de
rostro duro, he fundado mi pensamiento sobre la riqueza y la belleza del universo. Es allí que inexperto, débil y con las manos vacías, he sido feliz de una felicidad embriagadora hasta el desvanecimiento, feliz por todo lo que allí no había, no puede haber y no habrá jamás. Y en todos los senderos y las calles que luego he atravesado en mi vida, he vivido sólo de aquélla simple felicidad, de mi pensamiento sobre la riqueza y la belleza de la creación. Porque debajo de todos los senderos de la tierra corría siempre, desde el día en que lo abandoné hasta hoy, visible y palpable sólo para mí, el áspero sendero de Visegrad (el país de la infancia).
En realidad es en aquél sendero que he medido mi paso y adaptado mi camino. Durante toda la vida nunca me ha abandonado. En los momentos en que el mundo, donde por un caso fortuito he vivido y por milagro me he mantenido con vida, me cansaba y me envenenaba,
cuando el horizonte se oscurecía y el objetivo se volvía incierto, extendía religiosamente ante mí, como la fiel alfombra de la oración, el tortuoso, humilde, sublime sendero de Visegrad que calma todo dolor y cura todos los males, porque todos los contiene y sobre todos está.
Así, varias veces al día, aprovechando cada momento de calma en la vida a mi alrededor, cada intervalo de la conversación, yo he atravesado una parte de aquel sendero”.
AA.VV. & Diego Boerchi
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Taal Spaans ● Formaat PDF ● ISBN 9788893353205 ● Uitgeverij EDUCatt ● Gepubliceerd 2018 ● Downloadbare 24 maanden ● Valuta EUR ● ID 6253800 ● Kopieerbeveiliging Sociale DRM