A comienzos del siglo XXI hemos acumulado unos conocimientos tremendos y los hemos puesto en manos de las personas mejor formadas, más cualificadas y trabajadoras de nuestra sociedad. No obstante, ese saber es a menudo inmanejable. Los fracasos evitables son frecuentes y persistentes, incluso desmoralizantes y frustrantes, en muchos campos que van desde la medicina a las finanzas, desde el mundo empresarial a la política. El motivo es cada vez más obvio: el volumen y la complejidad de nuestros conocimientos han superado nuestra capacidad individual para hacerlos realidad de forma correcta, segura o fiable.
Por ello necesitamos una estrategia diferente que nos ayude a evitar el fracaso basada en la experiencia, que aproveche el conocimiento que poseemos y, a la vez, compense de algún modo nuestras inevitables insuficiencias humanas. La buena noticia es que esa estrategia existe, aunque por su sencillez pueda llegar a parecer casi ridícula a quienes hemos pasado años desarrollando meticulosamente nuestros conocimientos y el uso de tecnologías cada vez más avanzadas.
Dicha estrategia es algo tan simple como una lista de comprobación. Gracias a ella, ha sido posible desarrollar algunas de las actividades más difíciles, desde pilotar aviones hasta construir rascacielos de una enorme sofisticación, desde la seguridad nacional a la cirugía.
O autorze
Atul Gawande, nombrado Mac Arthur Fellow en 2006, ejerce como cirujano general y endocrinólogo en el Brigham and Women’s Hospital de Boston, es colaborador de The New Yorker, profesor de las facultades de Medicina y Salud Pública de Harvard y director del programa La cirugía segura salva vidas de la Organización Mundial de la Salud. Sus dos libros anteriores, Mejor y Complicaciones, también publicados por Antoni Bosch Editor, han sido éxitos de venta del New York Times.