Obra magna de uno de los teólogos reformados más grandes de Estados Unidos, representativa, por otra parte, de lo mejor de la teología protestante basada en la Palabra de Dios. Es el resultado de cincuenta años de enseñanza en el Princeton Theological Seminary, escrita casi al final de una vida dedicada al estudio, la escritura, la predicación y la formación de estudiantes aspirantes al ministerio cristiano.
Hodge combina la piedad con la erudición, estudiando con sumo esmero las doctrinas básicas de la fe cristiana. El lector seguirá la historia de las doctrinas más centrales desde el siglo primero, su formulación bíblica, y en muchos casos su historia a lo largo de los seis primeros concilios y a través de las grandes Confesiones Reformadas. También advertirá cómo el autor contrasta las doctrinas bíblicas con las tendencias racionalistas y filosóficas que, habiendo hecho un gran impacto en Alemania desde el siglo XVIII, dejaron sentir amargos efectos en el siglo XIX y hasta nuestro siglo, dando una aparente justificación intelectual a la incredulidad y al ateísmo.
Tan sólo la perspectiva escatológica, postmilenialista, que es una de las características históricas de la Teología Reformada, puede ser quizá el punto en que muchos lectores discreparán. Pero nadie debería olvidar que el cristiano está llamado a juzgar todas las cosas, todas las humanas formulaciones, todas las enseñanzas, por medio de la piedra de toque de la Palabra de Dios, y por ella, en oración y dependencia de Dios, formar su propia su visión. Y que en todo caso, el valor intrínseco de esta obra magna en todas las demás ramas de la ciencia teológica, compensa sobradamente cualquier posible desacuerdo escatológico del lector con el gran teólogo de Princeton.
Om författaren
Nacido en Filadelfia (Pennsylvania). Hijo menor de una familia de cinco hijos, bien pronto conoció la desgracia al quedar huérfano de padre a la edad de seis meses. De modo que toda la educación y cuidado del niño recayó sobre la madre, María Blanchard, descendiente de hugonotes franceses, heredera del fuerte carácter y viva religiosidad de éstos, ejercerá una poderosa influencia sobre el más pequeño de sus hijos. Presbiteriana convencida, educó a su familia en la Fe de Westminster, fe de la cual hijos y nietos nunca llegaron a apartarse.
Convertido a la edad de 18 años, como resultado de un avivamiento mientras estudiaba en el College de Princeton en 1815, Charles se matriculó en el seminario en 1816, junto a otros veintiséis estudiantes, bajo la enseñanza de los dos únicos profesores de aquel entonces, Alexander y Miller. Hodge llegó a ser un fiel discípulo de Alexander de quien se puede decir que aprendió todo: un conocimiento sólido del calvinismo unido a una ferviente espiritualidad evangélica, junto a una rigurosa adaptación de la filosofía escocesa del sentido común, que el seminario mantuvo hasta el final.
Graduado el 28 de septiembre de 1819, recibió, un mes más tarde, la licencia para predicar el Evangelio. Un fuego ardía en su pecho: la salvación de almas y la propagación de la sana doctrina. Así que cuando se le propuso como profesor asistente de Literatura Bíblica y Exégesis, en el seminario del que acababa de graduarse, rechazó el ofrecimiento, ya que para él no había privilegio mayor que la predicación del Evangelio. Anotamos esto porque su merecida fama como teólogo sistemático tiende a anular sus muchos otros merecimientos como hombre de Iglesia. Además su voluminosa teología sistemática apareció casi al final de su vida, fruto maduro de toda una vida de acción y servicio al pueblo de Dios. En su propia época Hodge se hizo admirar más por otros muchos merecimientos que por los que su obra cumbre le reportó. Tan pronto como en 1820 lo vemos enseñando en Princeton junto a sus dos antiguos profesores, Alexander y Miller. Tal fue el efecto que produjo sobre ellos que éstos le recomendaron a la Asamblea de la Iglesia como profesor regular.
En el año 1822 se casó con Sara Bache, fruto directo de sus labores evangelísticas, pues había sido convertida por medio de una de sus predicaciones. La feliz pareja tendrá ocho hijos.
Hodge dedicó más de medio siglo de su vida a la enseñanza y preparación de candidatos al ministerio cristiano. Se calcuca que unos 3000 estudiantes pasaron por sus clases durante esos cincuenta años. El día que se conmemoró semejante acto todas las tiendas y negocios de Princeton cerraron sus puertas para manifestar su admiración y respeto por el homenajeado. Hodge solamente se ausentó de su cátedra de enseñanza durante un período de dos años, que aprovechó para estudiar en instituciones de Europa. La motivación de este paso surgió de su sincero convencimiento de lo inadecuado de su preparación en lenguas bíblicas y orientales y en crítica bíblica, propia de la erudición teológica germana. Así que, en 1826, por el nombre y la buena reputación del seminario y en interés de su propia formación teológica, decidió marchar a Francia y Alemania para estudiar con los mejores profesores en el campo de las ciencias bíblicas. En Alemania estudió el idioma con el joven George Müller (v.), sin que aún pudiera adivinarse el futuro líder de los Hermanos y fundador de los célebres orfelinatos. También tuvo ocasión de oír predicar a F.D.E. Schleiermacher (1768-1834), el padre del liberalismo religioso moderno.
Hodge dio una orientación definitivamente científica a su labor teológica, en el sentido de estudio riguroso y bien articulado, en la mejor tradición de la teología cristiana de todos los tiempos.